martes, 21 de abril de 2015

MORRALLA




Ahora va el otro miserable, ese tal Maroto, y que la concentración de GORA GASTEIZ! del sábado fue un encuentro de "batasunos", término cuya carga peyorativa no niego que se la hayan ganado con ganas los verdaderos "batasunos" por su apoyo en el pasado, reciente y mucho, a los criminales de ETA y en general al proyecto totalitario de ésta, pero que en boca de Maroto y otras luminarias del PP viene a ser "todo aquel que osa criticarnos o manifestarse en contra de nuestras políticas." Que luego entre los supuestos y más destacados "batasunos" estuviera gente como el antiguo alcalde de Vitoria, José Angel Cuerda, la exconsejera de cultura socialista Blanca Urgell, el escritor Bernardo Atxaga, los actores Unax Ugalde y Karra Elejalde, así como diversas organizaciones de todo tipo y condición como Acción Católica General de la Diócesis de Vitoria , CEAR, el Colegio de Trabajadores Sociales de Alava , la Comisión de Blusas de Vitoria , las Comunidades Cristianas Fe y Justicia, Cáritas o sindicatos como CCOO, ELA, UGT o LAB, no hace sino evidenciar tanto lo falso de dichas afirmaciones como la intencionalidad claramente intoxicadora de la misma, sobre todo de puertas afuera, ya que en casa nos conocemos todos y sabemos quiénes somos de verdad los que estamos a un lado y al otro. 


Eso y cómo se evidencia la escasez de recursos dialécticos para rebatir a los que acusan a Maroto de lo obvio, y que, por mucho que él diga lo contrario, que juegue al equívoco con los medios, a las medias verdades y el "donde dije digo..." no es el combate contra el fraude en las RGI, asunto que nadie discute, sino los modos y el uso que ha hecho de ese fraude, recientemente cuantificado en casi que anecdótico, para atacar a un colectivo concreto de personas como el de los magrebies, aquel que sabía de antemano que era el peor visto e integrado en la ciudad por la mayoría siempre recelosa del extraño, del de fuera, aquel que sabía de buena de tinta que podía señalar con el dedo y obtener de inmediato el apoyo de dicha mayoría. Maroto es responsable de una de las peores cosas que se puede hacer en política: señalar a un grupo humano concreto como culpable a sabiendas de que los que cometen delitos son los individuos, no las razas o las nacionalidades. Por eso, y aunque guste de indignarse e incluso de amenazar con querellarse, cuando no manda a sus escoltas a amedrentar a los que le dicen las cosas a la cara, Maroto es una racista de libro, puede que incluso de la peor estofa, de la de los que sin serlo de verdad actúan como tales al objeto de obtener un rédito concreto, en este caso votos y solo eso.


Y mientras el alcalde divide a la ciudadanía entre los que prefieren encauzar la indignación que parece consustancial al momento histórico que vivimos hacia los colectivos más desfavorecidos como los inmigrantes y los que le censuran por hacerlo, su colega el Diputado General da una vuelta de tuerca en ese mantra tan de los suyos del "todo es ETA" y, ni corto ni perezoso, insulta a todos los euskaldunes y euskaltzales alaveses, ya sea negando incluso su existencia -más del 27% de los alaveses-, como acusándoles de estar al servicio de los intereses en exclusiva de la izquierda abertzale. Y lo hace también a sabiendas de que el mensaje calará fácilmente, como en el pasado con UA, en una parte de su electorado que identifica instintivamente todo lo que les huele a ellos a vasco con terrorismo o nacionalismo, una parte de la población que lejos de interesarse por la cultura y la lengua vernácula de su lugar de nacimiento o acogida, prefiere el rechazo a aquello que les es extraño por puro desinterés o prejuicio identitario. 


Así pues, y como ven que las cosas no pintan nada bien para su partido, se han tirado de cabeza a la piscina de jugar con los prejuicios, extender mentiras y argumentar con el insulto al contrario. No les importa reabrir heridas que parecían cerradas, dividir la ciudadanía emponzoñando la convivencia, recurrir a los más bajos instintos, levantar muros que ahora parecían ir cediendo, y así en general hacer política navajera. Pero eso sí, la morralla son los demás, ellos no, ellos demócratas de toda la vida, faltaría plus.

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