"Y una vez más, piqué. Me entusiasmé. Creí que la suerte me sonreía y dejaba de herirme con su zarpa de fiera. Entonces no me di cuenta de que había bisnes de por medio, bisnes bravo, mucho, y que aquello iba a terminar como un montaje ontológico, antológico y apocalíptico en el que yo, ni, ay, para variar, iba a ser el último mono: "Juan García Inoria!, o sea yo, muá, ni, ai, ya vimos, ¿no? Pues refresquemos las memorias, que aquí se olvida todo y si no repetimos, si no reiteramos, si no nos sobramos, no se jalan una rosca y aun así, aunque lo que les jode es lo mismo que pasó con "El Banquete", que en el espejillo se ven lerdos y canallitas. ¿Verdá Echeverría? No dice nada, cómo va a decir si no está. Lo andan buscando... ¡Salvadooor, Salvadooor! Y el Salva que no contesta porque ya no está en el teatro. Lástima.
PERORATA DEL INSENSATO - Miguel Sánchez-Ostiz
Me ha venido de perlas esta PERORATA DEL INSENSATO, sí, lo mejor que podía haber leído como bálsamo de para las heridas del cuore, toma tremendidad, claro que sí. Me lo he pasado de cine porque siempre me lo paso así con la escritura de Miguel Sánchez-Ostiz. Tanto que ya empiezo a sentir cierto pudor cuando comento uno de sus libros. Yo es que desde Las Pirañas sólo tengo que agradecer que, sea lo que sea que se tenga entre manos, sé que cuando abro uno de sus libros me voy a encontrar una voz propia, original como pocas, para bien o para mal, según, eso ya otros. Una voz que creo que es algo más que un estilo más o menos atractivo, algo unos cuantos peldaños por encima de escribir más o menos bien, algo que en literatura se me hace parejo del duende del flamenco o algo así. Pero lo de la voz ya lo he dicho otras veces, me repito, sí, y la verdad que con ganas.
Así que vamos al libro, PERORATA DEL INSENSATO. Pues eso, un pintor recién salido del manicomio, ahora les dicen centros psiquiátricos, entabla en la sala de espera del dentista una falsa conservación con la monja difunta que le cuidó de joven. Mera excusa para repasar toda una vida a través de la cual el autor nos pintará su particular tríptico a lo El Jardín de Las Delicias del Bosco, los cuadros de Pieter Brueghel el Viejo o caso más bien los de George Grosz y otros pintores que dicen de Entreguerras y que a la postre son los que a mí más me ponen. Un retrato, o varios, más que una historia, o varías, de época y sus protagonistas, un retazo de la historia contemporánea de España a través del personaje del artista que estuvo a punto de tocar el cielo y cayó en el intento, se desplomó más bien, o lo precipitaron otros, no sé, eso ya en una segunda lectura. De ese modo, el pintor de zurullos varios, no sólo nos habla de sus años mozos y revoltosos, la lucha interior y no hasta consolidar una vocación a través o por encima de los obstáculos al uso de la familia y su largo listado de incomprensiones y trabas, las limitaciones del entorno, vamos, la negra provincia de marras, los pormenores de la vida del artista y el trato con el prójimo, qué prójimo, el pringue político-cultural del momento, las particulares andaduras de cada cual a lo largo del camino de la vida con sus renuncias, cambios de chaqueta, traiciones varias, olvidos los más. En fin, el retrato del artista loco o en la convicción de serlo que, tal como dice la contraportada del libro, nos habla de "los hampones del arte, la cultura, las finanzas y la política, y del paso irreparable del tiempo..." Retrato ambicioso, mucho, tanto como personal, ¿intransferible? Pero Miguel Sánchez-Ostiz tiene la fórmula perfecta para emprender tamaño reto, la misma que tuvieron antes otros como Cervantes, Quevedo, Cela, Celine, Berhnard..., la parodia, el guiñol burlesco, la escritura descarnada, la chanza irrespetuosa, valiente, puede que sañuda según con quién o el qué, en esta ocasión con un punto obsceno que se agradece y mucho viendo cómo está el patio este de las letras, como poco subido al carro de la regresión a cierta mojigatería que los que nunca renunciaron a ella parecen empeñados en poner de moda como algo nuevo, en plan contestación a los excesos de las últimas décadas o algo así, ya tenían ganas, ya. En fin, "Historia fingida, texida sobre los casos que comúnmente suceden, o son verísimiles", sí, de acuerdo, pero muy al estilo de MSO, tanta alma como mala leche, tanta carcajada como regusto amargo, tanta línea como cosas que decir. Una podrá ser un entusiasta confeso y acaso poco objetivo de MSO, faltaría más; pero ya me gustaría a mí saber de todos los escritores contemporáneos que copan los escaparates y mesas de las novedades en las librerías, cuántos todavía aspiran a eso a lo que me refería al principio, a tener una voz propia en esto de las letras, y no simple y llanamente a pergeñar historias, mejor o peor escritas y/o trabadas, para satisfacer en exclusiva ese monstruo que llaman el gusto mayoritario de los lectores, esto es, todo bien mascado, compromiso con el autor y su escritura el mínimo posible, para abrir el libro, cerrarlo y olvidarlo al momento sin mayores sacudidas en la conciencia, lo que viene a ser el signo de estos tiempos de usar y tirar.
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