Llegas en coche con el tiempo justo al cole. Te bajas y, vaya por Dios, que como ahora salen a las 13.00 y no a las 14.00 todavía hay OTA y hay que sacar el ticket para que el tipo con chaleco fosforito que va dejando papelitos con sorpresa en los parabrisas de los coches no te deje a ti la tuya. Así que buscas una maquinita expendedora del ticket de la OTA, creo que aquí le dicen ORA. ¿Y qué pasa, qué, qué? Pues que como es la hora de ir a recoger a los críos y además llueve a cántaros, el número de padres que han tomado la decisión de hacerlo en coche como tú es algo más que considerable. De modo que toca hacer cola para sacar el ticket de las narices. No debería tardar mucho, no; pero, como resulta que cambiaron las máquinas y pusieron de esas que tienes que ir paso por paso respondiendo a preguntas que van desde el número de tu matrícula a tu grupo sanguíneo, pues la cosa amenaza con eternizarse entre que unos no se acuerdan de la matrícula, otros se equivocan al marcar, no tienen monedas sueltas, algunos abuelos que juran en hebreo porque aseguran que si no son capaces de manejar un ordenador como para entender la puta máquina de los cojones y todo en ese plan. Y en eso que suena la sirena del cole y todavía tengo a cinco pavos delante de mí. Entonces le interpelo al otero que lleva un rato observando desde el otro lado de la acera quién pone el ticket y quién no para lanzarse como un buitre sobre el coche de turno con el talonario de las multas entre los dientes, que a ver si en realidad es necesario sacar un ticket para menos de cinco minutos que cuesta ir a por los críos y largarse, que tenga en cuenta que se trata de una hora especial, eso y que adónde van 0,10 miserables céntimos. ¿Y qué hace el otero? Pues no responde, y como le insisto va y se da media vuelta. Así que espero mi turno, entre tanto veo venir ya del cole a padres con sus hijos, y acabo enfrentándome a la maquinita de los cojones. Sólo decir que nada me gustaría más en este mundo que colocar alrededor de la susodicha un cinturón de goma 2 a ver si salta por los aires y con un poco de suerte le cae encima al capullo del otero, sólo eso.
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