lunes, 21 de agosto de 2017

GAVIOTA SURFEANDO SOBRE EL VIENTO




Estaba ahí la gaviota, jugueteando sobre la corriente de aire, dejándose llevar como el que se tira en parapente al vacío o se monta sobre una ola con una tabla. La corriente la empujaba hacia atrás y ella tremenda gozadera, envidia de sus compañeras, pionera de juegos aerodinámicos. A ratos la corriente la expulsaba fuera de su radio de acción y ella, corajuda, insistía en volver por sus fueros, revoloteaba furiosa, planeaba encima de nuestras testas de humanos curiosos y envidiosos, hasta conseguir colocarse de nuevo sobre ella.

Ha sido un domingo de agosto por fin deliciosamente soleado. Tarde de domingo y digestión por el paseo marítimo de Gijón. Cientos de personas descansaban satisfechas sobre la arena de la playa o retozaban entre las olas coquetas y fieras del Cantábrico. Otras, las más, recorrían de un extremo a otro ese largo paseo que bordea el muro playero. Verdadero magma urbano de tonalidades inabarcables y diversos acentos que domingueaban indiferentes al terror de los que conciben la vida como un eterno campo de batalla en exclusiva. Gijón siempre es un placer con mar de fondo para los sentidos. Un mar picado como hoy o no, precioso siempre, no sólo cuando sale el sol o cuando es testigo y motivo de disfrute propio y ajeno. 

Tarde también de fado y algún que otro enfado.

Se uma gaivota viesse
Trazer-me o céu de Lisboa
No desenho que fizesse
Nesse céu onde o olhar
É uma asa que não voa
Esmorece e cai no mar

Que perfeito coração
No meu peito bateria
Meu amor na tua mão
Nessa mão onde cabia
Perfeito o meu coração

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