lunes, 30 de octubre de 2017

MEJOR LA AUSENCIA - EDURNE PORTELA


"Mejor la Ausencia" de Edurne Portela es una de esas novelas que atrapan al lector desde el primer momento con una escritura directa, de frase breve y preeminencia del diálogo. Una vez inmenso uno tiene la sensación que no puede soltar el libro, casi como si se despeñara hacia el desenlace final sin que nada o nadie pueda ser capaz de apartarte del libro.

Con todo, no estoy muy seguro de que eso sea siempre una verdadera virtud en una novela, o acaso sólo una especie de trampantojo. No lo sé, en serio; pero, supongo que si esa era la intención de la autora para cautivar al lector hay que reconocer que la ha conseguido y con creces, funciona a la perfección, Portela es una escritora con un oficio como la copa de un pino.


Luego ya están las impresiones de este lector a medida que se precipitaba hacia el susodicho desenlace. Me refiero a esa sensación de sentirse arrastrado por una historia que se presenta, o más bien se me antoja, excesivamente truculenta, y no porque dude que lo sea, no lo dudo, sino más bien por su puesta en escena, esa que te lleva a pensar "a ver qué más de lo mismo va a pasar en la siguiente página". A este lector le habría gustado cierta pausa en el ritmo de la novela para tomar aliento y reflexionar un instante sobre lo que se está leyendo. Porque uno lee sobre esta historia ambientada en la margen izquierda del Gran Bilbao, en Portu para ser exactos, y está muy bien ambientada, en seguida se reconoce el ambiente y también el escenario. De hecho, le llegan ciertas escenas como si también las hubiera vivido o puede que sí. Todo es excesivamente cercano y eso es un gran logro de la autora porque sabes que lo que va a transmitir a los ajenos a aquellos años de plomo es auténtico y no una recreación especulativa al modo de otros autores que se han acercado al asunto con una mirada de lejos, prejuiciada, de recorte de prensa y poco más. Con todo, este lector tenía la sensación de que el ritmo, a ratos se diría que con los Eskorbuto a modo de banda sonora, no dejaba lugar, no daba tiempo, a una mirada un poco más amplia sobre las cosas. Yo habría agradecido poner un disco de jazz de vez en cuando, cambiar el ritmo, dar un respiro entre un temazo y otros de los "demenciales chicos acelerados". No sé, parece que a veces eso que la prota/autora denomina "rollo vasco" sólo es una mera escusa para ambientar la historia, darle cierto "bizigarri" en la convicción de que todo lo que había que decir o señalar sobre el tema ya está hecho, como evitando "peros" a toda costa, no nos vayamos a desviar del relato procanónico, que no es el tema no, sólo la escusa.

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