Apuntes sobre una guerra
Pienso en los ucranianos protestando contra la ocupación delante de los soldados rusos, también en los ciudadanos rusos siendo detenidos por protestar contra la guerra en Ucrania, y, al acordarme de los pijomierdas del barrio de Salamanca madrileño cuando salieron a protestar a la calle contra el gobierno al grito de libertad porque no podían ir a tomar cañas o de fin semana a sus segundas residencias durante lo más crudo de la pandemia, siento que muchos de esos supuestos conciudadanos míos me provocan verdadera arcadas.
Pienso en todos esos también supuestos conciudadanos, los cuales no han parado desde que comenzó la guerra en Ucrania de echar la culpa de esta a la OTAN, EE.UU e incluso a la UE, esto es, haciendo suyos los argumentos de Putin para justificar la invasión, y, sobre todo, disfrutando en toda su extensión la libertad de expresión que existe en Occidente para opinar en contra de las sociedades en las que viven porque no son todo lo moral y políticamente perfectas que a ellos les gustaría, encantados incluso con la existencia de un tipo como Putin que pone en evidencia las contradicciones y la hipocresía de occidente que ellos aprovechan a denunciar ahora como si nuestros pecados hicieran buenos los de los rusos, verdaderos miserables que ante el sufrimiento de los ucranianos y la destrucción de su país te salen con lo de que peor o antes fue tal y cual y no decíais nada, algo así como querer desviar la atención de lo que está sucediendo ahora y así quitarle importancia, cuando no en plan santones tocacojones que disfrutan señalando las contradicciones del prójimo para demostrar qué coherentes, concienciados, listos, puros son a diferencia del resto, y siento que el asco que me provocan no es muy diferente que el de los primeros.
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