miércoles, 23 de marzo de 2022

UN TÍO CON UNA BOLSA EN LA CABEZA - ALEXIS RAVELO

 Reseña de para SOLO NOVELA NEGRA: https://www.solonovelanegra.es/un-tio-con-una-bolsa-en-la-cabeza-de-alexis-ravelo-por-txema-arinas/


Creo que a estas alturas no descubro nada si afirmo que Alexis Ravelo (Las Palmas de Gran Canaria, 20 de agosto de 1971) es uno de los escritores más dotados y por ello reconocidos de la novela contemporánea negra española. Algo fácil de entender si reparamos en que Ravelo, no solo ha conseguido convencer a los aficionados de que se podía hacer novela negra fuera de los ambientes marginales habituales de las grandes ciudades como Madrid y Barcelona, en concreto en cualquier escenario de su ciudad e isla natal, Las Palmas de Gran Canaria, sino también elevar la calidad literaria de esta por encima de los clichés que la encorsetaban, a destacar esa dependencia de los clásicos del género, sobre todo norteamericanos, la cual, en muchos casos, parecía consistir básicamente en trasladar las formas y los temas de una orilla del charco al otro. En el caso de Alexis Ravelo es palmario que hay una clara intención de alejarse de los caminos trillados del género desde su primera novela, la Tres funerales para Eladio Monroy (2006), la cual no es sino el pistoletazo de salida de una serie  de novelas protagonizadas por ese inspector sui generis que es el jubilado Eladio Monroy, un personaje a la altura carismática del Carvalho de Manuel Vázquez Montalbán, en especial por esa querencia libresca de ambos personajes y que sirve de excusa a su correspondientes creadores para inundar sus libros de referencias literarias y también no poca coña marinera. Novelas como Solo los muertos (2008), Los tipos duros no leen poesía (2011), Morir despacio (2012) o el díptico La iniquidad, formado por la noche de piedra (2007) y Los días de Mercurio (2010). Con todo, el gran salto de Alexis Ravelo como escritor reconocido por crítica y público no fue otro que el debido a La estrategia del pequinés (2013), la cual obtuvo el Premio Dashiell Hammett 2014 y otros galardones como el Premio Tormo 2014 o el Premio Novelpol 2014. Desde entonces hasta hoy se podría decir que a Ravelo le han llovido los premios en cascada: La última tumba (2013) XVII Premio de Novela Negra, Ciudad de Getafe, o Las flores no sangran (2015), Premio Valencia Negra 2014, por poner solo unos ejemplos.

Un éxito que a cualquiera que se acerque a su obra no le queda otra que reconocer más que justificado. Ravelo ha puesto patas arriba la novela negra española gracias a un estilo en el que se mezcla la voluntad de superar los clichés antes citados con un estilo harto reconocible por la increíble naturalidad con la que se alterna el lenguaje coloquial, perfectamente reconocible para un hablante del español contemporáneo, incluso en la variedad propia de las islas Canarias y siempre adaptado a la idiosincrasia de cada personaje, con la referencia más o menos culta, cuando no la reflexión intelectual de verdadero calado y, algo que resulta ya imprescindible para que una novela negra no acabe pecando de excesivamente pretenciosa, cuando no de simple panfleto comprometido o simple tostón para concienciados, dosis ingentes no ya solo de humor sino también, siquiera en este caso, de mala leche y provocación. Dicho de otra manera, porque casi viene a ser lo mismo, la frase corta que imprime ritmo y también veracidad al texto, con esa otra que nos obliga a parar para reflexionar sobre lo que se cuenta, sobre todo porque lo que se cuenta va más allá de la simple y pura acción consustancial a la trama del libro. A decir verdad, todo lo que Ravelo nos cuenta más allá de la trama criminal que justifica la novela es en realidad la verdadera razón de ser de esta. Porque Ravelo hace verdadera novela negra y no esa otra cosa esencialmente policial que, por desgracia, suele ser la preferida de los grandes consorcios editoriales a la hora de poner sus productos mega promocionados en los escaparates de las principales librerías de cada ciudad y grandes centros comerciales -ya no sé cuántas veces habré repetido este argumento en mis reseñas para referirme a uno u otro autor, ya sea para ensalzar a aquellos que con el tiempo acaban consiguiendo cierta recompensa de crítica y público gracias a perseverar en un estilo que aspira a algo más que a contentar a un público que solo busca entretenimiento, o para todo lo contrario, para denunciar lo que a todas luces suelen ser productos de marketing que con la excusa de lo negro como marchamo de calidad lo que de verdad ofrecen es otra cosa completamente distinta-.

De ese modo, no es de extrañar que en cada nueva novela negra de Alexis Ravelo se perciba el propósito de dar una nueva vuelta de tuerca a su narrativa, siquiera dejando atrás lo más exclusivo del género negro, en concreto la figura del detective tal cual y la resolución de los crímenes como algo lineal en lo que se sabe de antemano que los criminales recibirán, más tarde o temprano, con menor o mayor dificultad, su castigo para poder así tenernos a todos contentos en la convicción de que, pese a todo, el bien siempre triunfa sobre el mal. Un propósito que en Un tío con una bolsa en la cabeza (2020) parece del todo conseguido, pues, si recordamos esa definición clásica de la novela negra como aquella en la que el crimen solo es una escusa para que el autor nos presente una realidad concreta y en especial el lado más oscuro de esta, hay que reconocer que en esta nueva entrega de Alexis Ravelo está más que logrado.

En efecto, la trama de Un tío con una bolsa en la cabeza es del todo circunstancial, puede que hasta banal: al protagonista del libro, Gabriel Sánchez Santana, alías Gabrielo, alcalde corrupto del municipio de San Expósito –escenario mítico de otras novelas de Ravelo- lo han dejado maniatado con la cabeza metida en una bolsa de basura tras ser atracado en su propia casa. Sin posibilidad de liberarse o de pedir auxilio, condenado, salvo azar o milagro, a una muerte por asfixia, Gabrielo aprovechará sus últimos momentos, no tanto para averiguar, como para aventurar, quién o quiénes han podido ser sus atacantes, si lo han hecho por su propia cuenta o enviados por terceros, y, en el caso de creer que ha podido acertar con alguno de ellos, especular acerca de sus motivaciones. Así pues, ese último y agónico empeño en encontrarle algún sentido a lo que le acaba de pasar le obligará a un improvisado, desesperado e inconexo  repaso de lo que ha sido toda una vida de egoísmos, ambiciones, traiciones y también decepciones y pérdidas, una de ellas especialmente dolorosa como la muerte de su hijo. Un repaso que no deja de ser una forma muy peculiar de investigar su propio e inminente asesinato.

Nos encontramos, por lo tanto, ante un monólogo interior de más de doscientas páginas que Alexis Ravelo resuelve con verdadera, yo diría que hasta sorprendente, maestría, pues, y a diferencia de lo que suele ser lo habitual en tipo de recursos literarios, siempre tan proclives al exceso divagador, el estilo tan reconocible como eficaz del autor hace que no decaiga en ningún momento el interés. De hecho, y esto como apunte exclusivamente personal, el único interés que decae es el que tiene que ver con la revelación de la identidad de los autores del asalto y el asesinato a punto de consumarse. Y no precisamente porque no tuviera curiosidad en averiguar quién o quiénes, de entre todos los personajes que desfilan en el monólogo interior del protagonista, eran los culpables, sino porque, a decir verdad, y en comparación con todo lo que nos cuenta Gabrielo en su agonía, el relato de las circunstancias que rodean al crimen del que el lector es de alguna manera testigo directo, resulta tan absorbente y sobrecogedor que incluso llegas a olvidar durante muchas páginas que la persona que te cuenta las obras y milagros de su existencia se está asfixiando dentro de una bolsa de basura. Un relato que, como viene siendo habitual en la narrativa de Alexis, siempre tan comprometido con el momento histórico en el que se sitúan sus tramas, siquiera con la idiosincrasia de las gentes de su isla y de su tiempo, acaba siendo un despiadado retrato de la vida política y económica española de las últimas décadas. En este caso recordemos que el que nos cuenta su vida es un alcalde corrupto de una pequeña población canaria, cómo llegó a la alcaldía gracias al padrinazgo del anterior alcalde, la especial relación que mantuvo con él tras ser poco más que adoptado como el hijo que no tuvo, lo que supuso para su vida personal, familiar, ese descenso a los infiernos que es entregarse de cuerpo y alma al lado oscuro, pero al mismo tiempo aceptado prácticamente por todos, de la vida concebida como un juego  darwiniano en el que las únicas reglas que importan son las de los que no respetan ninguna porque todo se puede comprar o apañar, porque el que no lo hace va de seguido a la casilla de los perdedores, un juego en el que la ética o cualquier tipo de escrúpulo siempre es un lastre para lo que de verdad importa: triunfar a toda costa y por encima de cualquiera. En definitiva, un retrato tan duro, por verosímil, de la realidad española, y se supone que Canaria en particular por lo que tiene de escenario propicio para un mundo de corruptelas relacionadas directamente con el boom del turismo, que en ningún momento resulta agobiante, reiterativo, dada la habilidad del autor para imprimir ritmo al texto con esas frases cortas y coloquiales a las que hacía referencia al principio, y, aun y todo, hacer que las digresiones sobre los pormenores de su vida personal y profesional, a través de las cuales nos asomamos en toda su crudeza a la realidad de la época que le ha tocado vivir, sean la verdadera razón de ser del libro.

En resumen, una novela negra que aprovecha su original planteamiento para hacer verdadera literatura en un género en el que cualquier pretensión de ese tipo es siempre recibida con mucho recelo por lo que tiene de pretender colar al aficionado al género algo distinto a lo que él ha ido a buscar. Sin embargo, estimo que en este caso el pujo literario que adivino y disfruto a lo largo de todo el texto de Ravelo no solo no traiciona el género, sino que incluso lo enaltece. Otra cosa es que, a medida que iba adentrándome en el texto, empezara a tener la sensación de que cada vez había más cosas que remetían sin remedio a En la orilla (2013) de Rafael Chirbes, el gran retablo de inspiración galdosiana sobre las décadas ominosas de la corrupción en la costa valenciana antes y después del pinchazo tras la crisis de 2008.  Como que luego al ver la anotación al final del libro en el que Ravelo enumera los autores citados, directa o indirectamente, a lo largo de la novela, no me ha sorprendido ver el de Rafael Chirbes. Quién sabe si como reconocimiento de la principal fuente de inspiración de Un tío con una bolsa en la cabeza, a la hora de aportar su particular y muy atinada versión, en este caso desde su propio territorio literario y con su propio estilo, de esa mismo periodo histórico en el que puede que todavía nos encontremos, y, ya muy en especial, de unas gentes no muy diferentes a las que protagonizan el libro de Chirbes.

 

FICHA TÉCNICA: UN HOMBRE CON UNA BOLSA EN LA CABEZA – ALEXIS RAVELO

 Título: Un tío con una bolsa en la cabeza
Autor: Alexis Ravelo
Editorial: Siruela, 2020
Encuadernación: Tapa blanda
Páginas: 244

 

Un tío con una bolsa en la cabeza trata sobre un tío con una bolsa en la cabeza. Y ese tío es Gabriel Sánchez Santana —Gabrielo para los amigos—, alcalde corrupto del no menos corrupto municipio de San Expósito, a quien dos desconocidos han dejado maniatado con la cabeza metida en una bolsa de basura tras atracarlo en su propia casa. Sin posibilidad de liberarse o pedir auxilio, condenado, salvo azar o milagro, a la muerte por asfixia, Gabrielo dedicará sus últimos momentos a intentar averiguar quiénes son los asaltantes y si estos actuaban por su cuenta o seguían las órdenes de un tercero. De este modo, en el repaso a una vida de egoísmos, ambiciones y deslealtades, se convertirá en el peculiar investigador de su propio asesinato aún antes de su consumación.

Este texto claustrofóbico y violento es, además de una poderosa y singular novela negra —cuyos códigos maneja y deconstruye—, una lúcida memoria de la vida política y económica española en las últimas décadas, un relato de oportunidades perdidas y relaciones truncadas que funciona también como una incisiva indagación ética sobre la justicia, la lealtad y el perdón.

©Reseña: Txema Arinas, 2022.







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