domingo, 9 de mayo de 2010

LA MIRADA SUCIA CON VELO Y SIN


Sucedió la semana pasada, pero lo recordamos ayer hablando del velo, la Conferencia Episcopal y la pretensión de estos y demas ciudadanos de que la sociedad se rija por los credos de cada cual en lugar de por un sistema de libertades y asi. Resulta que había ido T y el mayor de mis monstruos a la piscina del centro cívico o por el estilo que hay cerca de casa. Como es natural antes de meterse en el agua hay que cambiarse, por lo que T y Mr entraron en el vestuario de señoras para hacerlo. Pues a la hora de vestirse para marchar, una cincuentona que se dirige a T de muy malos modos reprochándole que trajera a cambiarse al vesturiario femeníno a Mr., que no le parecía correcto que un niño de 7 años estuviera allí mientras ella se despelotaba. T primero alucina y luego reacciona, como ella lo hace, que si no se la comió a la señora fue, supongo, porque sabía que se le iba a atragantar tanta carne rancia. De modo que le responde que antes de nada Mr. no ha cumplido ni los cinco, chicarrón del norte que le ha salido, como su padre, faltaría plus, y luego que si tuviera siete tampoco pasaba nada, o es que acaso empiezan ahora a meneársela a esa edad. Eso si que a ver dónde coño quería que cambiara al niño, ¿se metia con él en el vestuario de tíos, lo dejaba solo a merced del pederasta de turno? Y sobre todo, lo principal, que en recepción nadie le había dicho nada. La vieja que no, erre que erre que eso era una indecencia porque la presencia de mi hijo poco más que la perturbaba, que se sintía ultrajada, violada por los ojos libidinosos de un crío de cuatro/cinco años. Pues tira para recepción y lo aclaramos,, le sugiere T convencida de su derecho a no dejar solo a nuestro hijo en un vesturario rodeado de adultos en el que además no va a saber qué hacer, cómo vestirse, dónde ducharse, ni cuándo. La vieja se niega a acompañarla, cuanto más bocazas más rajada (lo que me recuerda este viernes a la tarde que en un giro de dos direcciones T primero pone el intermitente a la derecha, luego cambia al otro lado, y un taxista que venia a toda hostia empieza a pitar como loco, para el coche, se baja y se dirige a T haciendo aspavientos y con intención de vete a saber qué, y claro, en esas que me bajo con la vena hinchada preguntándole a grito pelado a quíen hostia grita él, soplapollas, y va el puto enano vocinflero y se da media vuelta y al taxi, ni siquiera acusa el insulto el muy mierda, lo dicho, cuanto más...), pero T se acerca hasta las recepcionista todo ofuscada a preguntar si en realidad ella había hecho algo malo. Las chicas de recepción que por supuestísimo que no, acabáramos, si es del todo lógico, además qué coño puede molestar un crío.

Pues parecer ser que a cierta señora si que le molestaba la presencia en el vestuario femenino de la pilila de un crío de cuatro/cinco años al aire libre, y ya no me voy a cebar en la pobre señora, no hablaré de las represiones que llevan algunos a cuestas como producto de una educación de mucho cirio y castraciones, sino que incluso estoy dispuesto a concederle el beneficio de la duda y especular con la posibilidad de que la buena señora lo que realmente estuviera fuera preocupada por los posibles daños sicológicos que mi hijo pudiera experimentar ante tanta raja, teta y culo al aire, tanta carne junta, fresca y no, la de ella fijo que no, pesadillas más bien iba a tener el crío, un mes como poco sin probar la ternera. Yo desde luego no he notado movimientos o ruidos extraños en su dormitorio por las noches a partir de aquello. De hecho no consigo concebir una menta tan enferma, reprimida, corta y sobre todo ignorante como para pensar que un crío puede andar con eso de la sensualidad a cuestas a su edad, no sé si yo si en el Trópico, pero aqui junto al Cantábrico lo dudo mucho.

En cualquier caso, no me cabe duda que este tipo de pacatas, reprimidas o taradas sin más, son producto de una educación sexual más que dudosa, es decir, de la falta de educación alguna al respectivo, al no ser que lo que las hayan inculcado sea lo mismo que les inculcaron a nuestros padres durante cuarenta años de nacionalcatetismo, quería decir nacionalcatolicismo, el sexo como un peligro que ríete tú del Ebola, destrucción de almas masivas, el disolvente de la sociedad y todo en ese plan. Cuando servidor está convencido de que la separación de hombres y mujeres en vesturarios distintos no es otra cosa que la triste evidencia de nuestra inmadurez social y sobre todo sexual. ¿No estamos juntos hombres y mujeres en la playa o en las piscinas medio en bolas o del todo? ¿Acaso nos ponemos a follar como locos unos con otros o se dan violaciones en cadena como resultado de no poder controlarse el impulso sexual ante la visión de cuerpos desnudos o casi? A ver si eso se va deber a que la inmensa mayoría de los ciudadanos, al menos de este rincón del globo donde se puede ser ciudadano o casi, somos gente civilizada que no nos comportamos como mandriles cuando estamos con otros, que si tenemos que comportarnos como mandriles u orangutanes lo hacemos en nuestra intimidad a lo sumo.

Pero claro, por lo que se ve cada vez cuesta más ser ciudadano, aceptar un mínimo cómun denominador regido por la cordura y la voluntad mayoritaria de acuerdo a valores estrictamente democráticos y bla, bla, bla, la cual, al menos en parte de nuestro hemisferio, ya no hablo de Italia, Irlanda, Polonia o Valladolid, es susceptible de haber recibido una educación sexual normal, científica incluso, lógica en todo caso, lo mínimo para no ver potenciales violadores o como poco pajilleros en críos de cinco/cuatro y siete años. Que la señora es presa de sus tabúes, prejuicios, complejos o lo que sea, allá ella con su cabeza, que no vaya donde se la pueda perturbar la mirada inocente de un niño, que se quede en casa o se cambie en el confesionario de su parroquia, pero que no venga a tocar las pelotas a los demás, que la única mirada sucia es la suya. Porque de lo contrario habrá que ir cediendo terreno a la cordura, de España sabe mucho, retroceder en la libertades a duras penas conseguidas o casi, un día es una vieja pacata, otra el islamobobo que te quiere rebanar el gaznate por haber hecho una caricatura de su profeta, otra el testigo de Jehova porque te lo dejaste morir en el quirófano ya que el se negó a que le transfirieran sangre y así la suma y sigue de las melonadas religiosas, las cuales a muy pocos con dos dedos de frente se les escapa que la aspiración última de las respectivas minorías religiosas, o lo que sea, sería convertirlas en norma o ley para la mayoría con la excusa/coartada del respeto; que mi religión dice que debo ir tapada de arriba a abajo porque apenas soy un objeto de uso para el varón, pues respétenme, que veo pollas hasta cuando voy a la frutería a comprar pepinos, ¡¡¡pues que de dejen de cultivarlos, respeto, respeto!!!

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