lunes, 4 de agosto de 2014

ARMENTIA CRIMINAL




Como se me va la bola que da gusto mientras camino por el bosque y hago como que escucho a mis hijos y señora, hoy a la tarde no he podido evitar dar rienda suelta al lado más negro de mi imaginación, aquel que me hacefabular una novela negra a cada vuelta de la esquina. En este caso el desencadenante no ha sido otro que el macarra anabolizado, un puto gorila para entendernos, con el que nos hemos cruzado en el camino y que al saludarle ni siquiera ha hecho amago de mirarnos, que ha pasado a nuestro lado como si también fuéramos árboles o algo por el estilo. Él iba a lo suyo y no precisamente de paseo por el bosque porque tenía su "amoto" tuneada pocos metros más adelante, en un claro del bosque no muy lejos de la carretera que lleva a Eskibel y en cuyo borde también había aparcado un coche con la música a todo volumen y unos cuatro maromos dentro. Media hora más tarde, ya en un establecimiento del pueblo de Armentia cuyo nombre no me acuerdo..., el mismo coche apostado al lado del susodicho establecimiento hostelero, la pandilla que lo ocupaba con la ventanilla bajada, el cuarteto de macarras poligoneros, mistura de lolailos y el Jonan de Baraka, con la música de Camela o en ese plan a todo volumen y, unos metros más adelante, el puto gorila de la moto vigilando por si había moros en la costa... moros o "charainas", ya nos entendemos. 

Que no digo yo que estuvieran allí para pasar nada a nadie de lo que puede que escondieran en el bosque y que por eso estuvieran allí no precisamente para hacer ejercicio o algo por estilo. Que tampoco digo que hubieran ido al establecimiento en cuestión a pasar su mercancía, a saber qué tipo de producto proveedor de entusiasmos químicos o por el estilo. No, será que tengo mucha imaginación, y no te digo ya qué recua de prejuicios, que veo cuatro tipos con aspecto patibulario metidos en un coche en una tarde de agosto a las afueras de la ciudad, junto a un lugar adonde acuden sobre todo jóvenes de los barrios, y claro, ya estoy especulando con una versión de The French Connection de andar por casa. Lástima que la cosa no me dé para más y que mi tendencia innata para lo chusco ya estuviera acariciando la idea, la imagen más bien, de una pandilla de camellos que recorren la ciudad en coche con la música de Camela o los Chunguitos a todo volumen y letra a lo Camarón: "Soy camello, y vengo a tu establecimiento, a venderte las pastillas, las pastillitas que tengo..."

Por lo demás, reconocer que este exceso fabulador está directamente relacionado con el hecho de que ayer en Bilbo, ojeando la sección de novela negra de una librería, me encontré la versión castellana de la novela "Roma Criminal" (Romanzo criminale) del juez Giancarlo de Cataldo, la cual dio lugar también a una serie italiana homónima que vi el año pasado y que me pareció sencillamente magnífica, de esas que no quieres que acaben nunca, que acabas cogiéndole cariño a sus personajes por muy canallas que sean, vamos, que deja huella. Recomiendo las dos, novela y serie, cada cual en su género dos mundos. 

Y ya puestos con esto de la novela negra -juro que no tenía intención, pero...- recuerdo que todavía se puede adquirir mi humilde aportación al género, Muerte Entre las Viñas, tanto en su versión impresa como en Amazon Kindle. Novela que pronto verá a luz su segunda parte, continuación o lo que sea, con los mismos personajes y otros nuevos, escenarios parecidos y nuevos. Vamos, segunda novela con inspectora Maider y abogado Ábalos como protas y lo demás todo nuevo y mejor, siempre mejor, claro, en eso estamos.

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