miércoles, 8 de octubre de 2014

MIEDO


Pues me da que sí, que si la amenaza real, sanitaria, probablemente no es tan grande como dicen por las propias características del virus, la alarma social apunta alto. Cada cual tiene sus propios indicadores, de barbecho para la mayoría de nosotros, claro está. Pero ahí están, a ellos nos atenemos siquiera por simple inercia de lo irracional y no digamos ya los prejuicios de cada cual. El mío lo obtuve ayer al mediodía cuando fui a buscar a los críos al cole y hoy a la mañana cuando los he llevado. Los padres reunidos a la entrada del aula del pequeño estaban hablando de la enfermera contagiada por el Ébola. Se trata de un hecho insólito, sí, porque nunca antes, jamás de los jamases, ni siquiera en corrillos pequeños e incluso haciendo alguna mención de pasada, había oído comentar nada a ningún padre que tuviera que ver con la actualidad. Nada, ni de Bárcenas y los sobres del PP con finiquito diferido o sin él, ni de lo de Cataluña y la dichosa consulta Scotland mediante, ni de Pablo Iglesias y sus camisas de Alcampo y qué guapa y lista es la Tania, si la que vale es ella, del ISIS y sus decapitaciones, ni del inicio de la quinta temporada de Walking Dead. Ni de eso, ni de nada que no sea la temperatura ambiente, los resultados de la jornada balompédica y los mocos de los críos. Pues ayer todo era que si el Ébola esto y el Ébola lo otro, que si nos quedan dos telediarios a todos, que si eso de momento mejor no te me acerques que ya me ha caído alguna vez un pollo tuyo en todo el ojo, ¿por qué vienes con ese catarro? Y todo así, medio en coña, medio en veras, "yo hace ya meses que cuando veo un africano de los de los CDs cambio de acera por si...". Naturalmente nadie hizo alusión alguna a la responsabilidad de la ministra y los suyos en la chapuza, al error cometido trasladando a dos misioneros afectados por una simple cuestión de imagen cuando no se estaba lo suficientemente preparado para atender la enfermedad. Eso me temo que habría sido pedir demasiado. Expresar opiniones personales en público sobre la actuación de nuestros gobernantes no se estila en el patio de la escuela de mis hijos, siquiera entre el corro de los padres de los compañeros del pequeño (que luego me viene alguno de los del mayor con la murga de "¿por qué escribes...?"). Por si acaso, siempre por si acaso, a ver si me van a colgar el sambenito de ser esto o lo otro, que si ese me parece que vota tal o cual, mejor no decir nada que creo que el Toñín es policía y la Amalia trabaja en una ventanilla de la Agenda Tributaria, a ver si voy a dar el cante por la tirria que le tengo a la Mato, que se me va a notar demasiado que tengo opiniones propias, y luego cuando ganen los suyos en en Principado me echan del curro, a mí o a mi prima la de Pravia, que aquí quien más, quien menos, tiene un funcionario en casa, o media docena. Mejor no pasamos de la gracieta más o menos conseguida. Pues eso, el miedo, al Ébola, al qué dirán, al pensar por sí mismos, ese sí que es un virus de cuidado.

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