He tenido una pesadilla de las gordas a cuenta de un encontronazo, o acaso sólo semi, que tuve a la mañana con una de las empleadas de uno de los super del barrio. Una empleada a la que ya tenía medio cruzada porque es con toda probabilidad la persona más desagradable que uno se pueda imaginar atendiendo al público. Cuando está de cajera no sólo no intercambia palabra alguna con los clientes, en realidad ni los mira, como si le diéramos asco o algo así, sino que ya la he visto maltratar en varias ocasiones a clientes de cierta edad a los que suele responder de una manera cortante, displicente, desabrida, la mayoría de las veces ni mirándoles a la cara. a cualquiera de las pejigueras que estos le plantean. Con resto no se atreve a tanto, conmigo al menos no; pero, lo que digo, la mueca de sempiterno fastidio por la razón que sea no se la quita nadie.
jueves, 10 de abril de 2025
LINCHAMIENTO ONÍRICO
Pues resulta que ayer por la mañana al ir donde la empleada que estaba en la frutería para que me cortara el extremo verde de unos puerros, me encuentro de espaldas a la malencarada haciendo no sé qué hostias junto a la máquina de pesar los productos. Al principio no le digo nada confiando que en cualquier momento se dé media vuelta para atenderme. Ni el más mínimo amago. Pienso que estará tan enfrascada en su tarea que no se ha dado cuenta de mi presencia a pesar de que esa mañana me he echado casi medio frasco de colonia con aroma de vainilla, puede que con el propósito inconfesable de convertirme en una polka, una bomba de crema, un chuchito de lo mismo, un pionono o cualquier otro pastelito de crema andante. De modo que me decido a reclamar su ayuda del modo más educado posible.
- Perdona, ¿serías tan amable de cortarme estos puerros cuando puedas? Tranquila, no hay prisa (aunque sí la tenía porque procuro hacer la compra lo más rápido posible para regresar cuanto antes a mis quehaceres diarios frente al ordenata).
Recibo un silencio atronador como toda respuesta. Con todo, me decanto por esperar a que acabe su tarea antes de volver a requerir su ayuda. Así un buen rato hasta que por fin se digna en dar media vuelta, me arrebata de la mano los puerros de la mano sin mediar ni media palabra y me los corta con el cuchillo que tiene al lado con un ímpetu en el que no he podido evitar sospechar una más que notoria, implícita, carga metafórica. En cualquier caso, espero a que termine de cortarme los puerros para presentar mi queja.
- Muchas gracias. Pero tampoco estaría nada mal que cuando alguien te pregunta algo, máximo si es un cliente, te dignes en contestarle.
- Perdone, caballero, pero yo ya le contesté.
- ¿Ah sí? Pues estaba justo detrás de ti y no te he oído. Por no hablar de que cuando se le habla a alguien lo mínimo es darse media vuelta para mirarlo a la cara.
- Le digo que...
- Que sí, bonita, lo que tú digas. Que te vaya bien, buenos días.
No insisto, de hecho me conformo con volver a casa para desahogarme delante de mi señora esposa.
- ¿Pero tú no te das cuenta de que con ese tono de voz que tienes, que seguro que has metido uno o varios "cagüendioses" sin venir al caso, por no hablar de las "hostias" de rigor, la gente puede pensar que estás maltratando a la empleada?
- Pero si se lo he dicho del modo más tranquilo, sosegado, que pude.
- Da igual, esa manera de hablar que tienes, esos modos tan de tu tierra, aquí en Asturias no se entienden; parece que estáis siempre regañando a todo el mundo. Aquí somos mucho más tranquilos, finos, incluso dulces.
- Ya, y el pretérito perfecto también os parece una agresión. ¿No?
El caso es que a la noche sueño que me meto en las redes sociales del super, vamos, la santísima trinidad diaria del FB, Insta y X, a ver si, por lo que sea, ha trascendido mi pequeño roce con la cajera malencarada, y, cuál es mi sorpresa que sí.
"EL COMITÉ DE EMPRESA DEL SUPERMERCADO XXX MANIFIESTA SU MÁS ENÉRGICA CONDENA POR LA AGRESIÓN SUFRIDA ESTA MAÑANA POR UNA DE NUESTRAS COMPAÑERAS POR PARTE DE UN CLIENTE CUANDO..."
¿Agresión? No quepo en mi asombro. Pero, estoy tan indignado que no puedo resistir la curiosidad de ver hasta qué punto la gente se toma en serio lo que acabo de leer echando una mirada a los comentarios que acompañan a esta patraña.
- "Yo estaba cogiendo unas manzanas cuando, de repente, oí cómo ese hombre chillaba como un loco a la pobre chavala. No son modos de dirigirse a una empleada."
- "¡Qué vergüenza, un tipo de metro ochenta y mucho abalanzándose sobre una pobre cría que sólo estaba haciendo su trabajo. Otro que se cree que somos sus esclavas."
- "¿Hasta cuándo vamos a tener que seguir soportando las mujeres
que nos traten como felpudos los señoros de turno haciendo uso de sus privilegios heteropatriarcales?"
- "No hay día en que una trabajadora no tenga que pasar por tragos como el que nos ocupa. Nadie puede hacerte sentir inferior sin tu permiso. Los hombres, sus derechos y nada más; las mujeres, sus derechos y nada menos"
- "Yo he visto a este tipo cómo intimidaba a la muchacha poniéndose detrás de ella con el manojo de puerros en la mano durante un rato largo. La pobre estaba paralizada, apenas conseguía musitar una palabra. ¡Si eso no es acoso sexual que venga Irene Montero y lo vea!"
- "Ya me dirás tú que hace un cincuentón solo en un supermercado por la mañana si no es acosar a las chavalinas que fuera de ahí ni siquiera se molestarían en mirarlo a la cara."
- ¡NI PUERROS NI HOSTIAS, CASTRACIÓN!
En eso que me despierto de sopetón alarmando, como de costumbre, a mi señora.
- ¿Qué pasa, qué pasa!
- Pasa que he decidido salirme para siempre de las redes sociales. Eso pasa.
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