Son la una y pico de la mañana y oigo que llaman a la puerta de casa. Retiro la mirilla para ver quién está al otro lado y solo veo oscuridad. "¿Quién está ahí?" pregunto. Entonces una voz me responde:
Son la una y pico de la mañana y oigo que llaman a la puerta de casa. Retiro la mirilla para ver quién está al otro lado y solo veo oscuridad. "¿Quién está ahí?" pregunto. Entonces una voz me responde:
- Kaixo, hau ez da Txoriene, ez eta beste sukaldaritza edo gastronomia telesaiorik ere. Hau izango da gaurgero GAUR EGUN berria.
Puto ventarrón, pues no salgo a la calle para mi caminata vespertina de cada día y al poco de poner el pie en la acera va y me levanta la gorra dejándome todo el cartón al aire. Así que salgo corriendo cuesta abajo tras mi gorra, que ya no es sólo que la mía sea de tela y tipo irlandés con su correspondiente sablazo en la emblemática sombrerería Gutiérrez de Pamplona en la plaza del ayuntamiento -fíjate si sería de bueno el dueño, en lo suyo, qué labia o poder de convicción, y yo también qué gilipollas, que me encasquetó el mismo modelo de gorra en beige que un año antes en León me había comprado en azul en otra sombrerería tan o más emblemática al doble de precio; como que la última vez que volví a Iruña y vi que había cerrado lo primero que pensé fue que el muy cabrón se había jubilado a cuenta de una legión de pardillos como un servidor. En fin, "sic gloria transit" y así-, sino sobre todo que para mí salir a la calle sin cobertura en la testera es prácticamente lo mismo que ir con la chorra fuera o algo por el estilo. Supongo que eso es así no sólo por pura coquetería por mi parte sino también por la misma razón por la que jamás vi a mi abuelo fuera de casa sin txapela, una cuestión de atávica dignidad o casi.
Urtero udazken partean zapatuetan kostalderaino gerturatzeko ohitura dugu udako turista-pilak behin alde eta gero, bada garaia, beraz, kostaldean edo kostaldetik gertu bizi garenok gure kostaldea gozatzearren. Hori bukatu egin da, haatik, gaur urte osoan oporraldi, gaur egun urte osoan edonora zoazela Tazones bezalako herrixka batean jendetzarekin topo egin behar. Zer dela eta? Gaur kostaldeko herri gehienak erdipurdiko bukolismo baten antzeztoki txatxu, hutsal bat bilakatu egin direlako. Aspaldi marinelak izan ziren itsas-herriak gaur ostalariak dira gehienbat. Izan ere, ez omen dago inondik kresal usainik, hots, txikitan udaroan Mutriku aldera gindoazela hain berezkoa eta batik bat hain bihotzekoa, baita hunkigarria ere, azalekoa, zena. Azken hau, aitortzen dut erabat, oroimenaren iruzur bat omen da, edo izan leike, oroimena oroimin eginda; baina, iruzurra iruzur ere ezin dut nire gogotik kendu ordukoa gaurkoaren aldean guztiz egiazkoagoa begitantzen zaidana. Gaurkoan, berriz, eta gorago esan bezala, dena dira terraza, urtetik urtera terraza gehiago, ozta-ozta perretxikoen gisara bapatean, ezustean, lehen ezer ez zegoen plaza, txoko edo bazterretan azaldutakoak. Gaur egungo Tazones bezalako herrixketan terrazak baino ez dituzu topatzen. Errua, jakina, gu bezalako asteburu edo zapatuzaleona, gu geu ere arazoaren parte gara eta. Terrazak herri sarretatik ia-ia morru edo kai-muturreraino. Eta gainera, eta hori bai dela benetan bitxia, aztora/lotsa/barregarria, ezin zara inongo terraza batean eseri pote bat lasai askoan hartzeko mahaiak-eta bazkaitteko baino ez direlako!!! Ez, inondik inora ez, dena prest dutelako edonondik kotxez zein, edo batez ere, autobusez tropelka etorri ohi diren beste "larunbatero" batzuei bazka emate aldera eta gainera, nola ez, prezio benetan eskandalagarrietan.
Así que no sólo he sumado a los 400€ de la veterinaria otros 500€ de la multa del munipa, sino que encima me he visto obligado a llevar a la perra al mingitorio canino que el ayuntamiento ha acondicionado en cada barrio usurpando terreno de los parques para críos. El meadero en cuestión es un barrizal asqueroso y apestoso al que no me queda más remedio que entrar con la canija para que no se la coman otros perros más grandes que ella, eso o para que no le peguen un mordisco en el hocico por pesada.
He soñado que los amigos de siempre íbamos a Cantabria porque habíamos reservado una casa para pasar uno de nuestros fines de mucho papeo y cada vez menos pimple porque el tiempo pasa inexorablemente y a nuestra edad cada resaca suele ser un verdadero tormento. De mido que llegamos a una villa cántabra donde paramos para preguntar por una playa que según la colega que lleva estas cosas, y que no es otra que mi apañada y amada esposa, es una de las más salvajes y hermosas -¿esto no es una tautología como un pino?- del Cantábrico.
En la caja del super un matrimonio de unos setenta y muchos. Él metro y medio, paticorto, brazos fornidos y pecho toro o de "asomau" que se dice por estos pagos, mostacho a lo Gerardo Iglesias al poco de salir de la mina, polo marcando todo lo anterior e indiferencia térmica y pantalones vaqueros holgados asomando el principio de la raja del culo. Ella enjuta y todavía más menuda, de punta en blanco para ir a hacer la compra y con cardado. El carro de la compra a rebosar. Se notaba que lo había llenado ella porque él no paraba de resoplar en la convinción de que el carro en cuestión parecía no tener fondo.
- Zer duzu atsekabeturik zabiltzala?
Son la una y pico de la mañana y oigo que llaman a la puerta de casa. Retiro la mirilla para ver quién está al otro lado y solo veo...