lunes, 27 de septiembre de 2010

SARKOZY EN EL AIRE


Haciendo cola junto a la caja del Alimerka (la cadena de supermercados exclusivamene asturiana donde puedes comprar pocas cosas, de no excesiva calidad e igual de caras que en todas partes), en una de la cajas le llega el turno a dos gitanas rumanas, bulgaras o vete a saber (por la jerigonza que usaban seguro que eran de fuera, y por las pintas, te diré) con dos carros de la compra a rebosar que de repente vacían un bolso de monedas sobre el mostrador y empiezan a apilarlas una por una en montoncitos para pagar una cuenta que debe ser de aupa. A los cinco minutos la cajera reacciona y nos aconseja a la media docena que hacemos cola detrás de las señoras cíngaras que ya podemos empezar a pensar en cambiarnos de caja. Como la sugerencia de la cajera parece una coña a la vista de que la cola de al lado es casi el doble que la nuestra, la mayoría permanecemos en nuestro lugar haciendo el imprescindible acopio de paciencia. Entonces un cincuentón a mis espaldas, uno de esos con cara de que la última vez que ser rió debió ser con un chiste de maricones de los Morancos, va y suelta "¡inadmisible, qué paciencia hay que tener". Y claro, en ese momento yo tampoco me puedo aguantar, así que no dudo en darle la razón: "si que es inadmisible, sí, tres cajas y nunca están las tres abiertas cuando hace falta, y no sólo aquí, que vas a Correos y todavía es peor, cuatro o cinco ventanillas y ya puede estar hasta la bandera que siempre hay sólo una abierta, i-nad-mi-si-ble". Luego el tipo ya me ha mirado todo pasmado, a saber si convencido de que no le había entendido bien o porque hacia tiempo que no daba con alguien tan bobo.

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