Leo en el Diario de Álava que pronto derribarán las casas del barrio de
Errekaleor en Vitoria, barrio en el que yo, que he pisado varios
continentes, no he estado en mi vida (como tampoco había estado en
Abetxuko hasta hace muy poco con mi mujer e hijos para pasear por el
Zadorra y así). Nada del otro mundo para un vitoriano de la
Avenida-Txagorritxu-San Martín, como me imagino que tampoco para muchos
madrileños del centro y alrededores que no habrán pisado en su vida la
zona de San Blas, por poner un ejemplo, o
para la mayoría de los parisinos del 15 Arrondissement y similares a
los que ni se les habrá pasado por la cabeza acercarse hasta Saint
Denis. Claro que tampoco hay que exagerar, que mira que no hay que
salvar distancias ni nada. Errekaleor era un barrio obrero como muchos
otros que crecieron al amparo de la expansión demográfica de la ciudad
durante los sesenta, si bien, y a diferencia de otros, éste se
encontraba bastante separado del resto. Pero bueno, no pasa nada,
tampoco cambio subir al Sinai o al Pico Bolivar por pasar frío más allá
de Uritiasolo. Ahora bien, de la noticia o reportaje del Diario me ha
llamado especialmente la atención esta foto con una pintada que han
hecho los de la asociación okupa Errekaleor Bizirik en el barrio, trae
escrito en un muro el refrán vasco "Nolako zura, halako ezpala", que en
castellano viene a ser "De tal palo, tal astilla", lo que, tengo que
reconocer, me ha puesto un poco tonto o chocholo, que diría mi madre, la
cual, tras varios días a solas con ella en casa, he llegado a la
conclusión de que divide a la humanidad en "chocholos, sinsorgos y
sinvergüenzas", toda una socióloga o antropóloga o madre.
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