Curioso, de la lectura de la prensa en la cafetería, lugar al que he huido de inmediato en cuanto he oído a mi señora decir "¡a decorar la casa de Jalobín!", con la mandanga del espionaje internacional y la consecuente comedia de los gobiernos occidentales haciéndose los ofendidos ante la galería, la entrevista de un patético primer ministro italiano que dice que sí, que la política tradicional y bla, bla, caro Belurcosni, la enésima tragedia de unos emigrantes y la canallada al por mayor de las autoridades españolas de Melilla colocando cuchillas en la verja que rodea la colonia (sí, tanto o más que Gibraltar le pique a quien le pique), las idas y venidas de esa jueza sevillana cuyo apellido me resulta, a saber por qué, muy alegre, la caída de Fagor y Pocoyó, las dudas y las certezas de Xabi y un tal Costa, en fin, a pesar de todo eso y más, lo único que me llama de verdad la atención, así de frívolo y pedante es un servidor, es la mención que se hace en el suplemento de viajes de un lejano día de 1441 en el que la reina Blanca de Navarra, aquejada de un dolor de estómago -esos patorrillos...-, tomó un aguardiente de endrinas en el monasterio segoviano de Santa María la Real de Nieva, siendo esa la primera mención escrita de ese licor que desde el siglo XIX se conoce con el nombre de pacharán, que es a su vez una de las palabras vascas con la que se denomina a las endrinas (otras serían "aran," "arañón", "basaran", "adiola"...). El dato me ha hecho plantearme una hipótesis historicista nada descabellada. En efecto, sé que habría que hacer un estudio más exhaustivo sobre el asunto; pero, quién me puede asegurar que el dato al que nos referimos no era si no la constancia escrita de la afición desmedida de la reina Blanca por el licor, el patxaran para no andarnos con medias tintas. Sólo así se podría explicar este otro dato histórico sobre la reina en cuestión: "La abulia (pérdida de iniciativa) que la caracterizaba permitió que Navarra quedara sometida en todo a su marido y a sus intereses, perdiendo el reino territorios fronterizos (la entonces Sonsierra Navarra conocida hoy como Rioja Alavesa) como consecuencia de la intervención armada del rey consorte Juan II en los asuntos de Castilla (1428–1429)." Que luego ya a ver si fue antes el huevo que la gallina o viceversa, esto es, el alcoholismo antes que el matrimonio o viceversa, pues oye, a saber. El hecho es que una vez más queda constancia de las funestas consecuencias de una afición desmedida al bebercio en el devenir histórico de los pueblos (ahí está esa más reciente de Aznar con el vino...). Eso y que también queda probado documentalmente que la excusa esa tan manida en nuestra tierra de "me voy a pedir un patxaran a ver si se me asienta el estómago... y ya deja la botella, que hoy ando muy jodido", se remonta como poco al siglo XV. Espero que esto sirva de aviso a gobernantes con problemas de dipsomanía, no vaya a ser que en lugar de hacerles una teleserie como a esa otra reina castellana, una tal Isabel, les suceda lo que a nuestra reina Blanca de Navarra, que su nombre haya quedado para la posteridad como el de una conocida marca de licores...
sábado, 2 de noviembre de 2013
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