Anda que no le voy a sacar jugo al chigre de San Claudio y su parroquia, viva el costumbrismo pasado por la mente enferma de un servidor. Total, que estaba tomando mi café en el chigre en cuestión tras la media caminata de cada tarde, y derepente que entran tres... jubiletas, para no irnos por las ramas. Pues bien, juro que no es que vaya yo poniendo la oreja, que sí pero no descaradamente, anda que no soy discreto, tímido y lo que sea, sino más bien que aquí, y sobre todo en los pueblines, la gente parece tener la costumbre de hablar a voces como si estuvieran en la salita de su casa, vamos, para que se entere todo cristo. Y estaba yo una vez más ojeando el Arriba España, perdón perdón, La Nueva España, que para el caso..., cuando oigo a uno de los señores no sé qué de al él lo que le gusta son las que tienen las carnes bien prietas, de pelo largo y dóciles, que por eso prefiere a las de fuera que a las asturianas, que no es que estén mal, que sí, coño, que son hermosas, sobre todo las negras, pero... "ye que son mui ruines", sea lo que sea lo que signifique eso que yo no lo sé. Es en ese momento cuando empiezo a levantar la vista del periódico, y sí, tres paisanos entrados en años, carnes y canas, el que lleva la voz cantante luce una pelambrera plateada y un bigote tipo Pancho Villa, se diría, viendo al resto, el Don Juan del Pueblo. Pero no acaba la cosa ahí, pues el tipo, el experto sigue y comenta que las vascas tampoco están mal, si bien son muy suyas y como que para ellos, porque si tiene que elegir donde estén las francesas que se quiten todas las demás, en especial las de hocico azul... Ahí ya empiezo alucinar en colores, y eso que no lo estaba haciendo ya poco ni nada con la conversación, que vale que me encuentre en una región donde los puticlubes se anuncian a bombo y platillo, en grandes vallas publicitarias, con pasquines que dejan por las aceras los fines de semana a la mañana como cuando vivía en el centro, que hubo un año que hasta uno de ellos se anunció en la revista de fiestas o algo así. En fin, demasiado descarado e indiscreto, llámalo esa franqueza innata del hombre de campo, esa naturalidad con la tienden a hablar de temas que a otros más modositos, gente "fisna" de ciudad y tal, del Oviedín que dicen, seguro que les escandalizarían ipso facto; pero coño, es que precisamente hoy había un grupo de comadres sentadas en dos mesas que lo estaban oyendo todo. Y no, la cosa no acabó ahí, porque el experto continuó con sus sentencias y la siguiente fue que ahora ya no es como antes, que te tenías que conformar con la autóctona, una tal Xalda, que ahora había mucha "mezconlancia" y no podías saber si una era de su padre o de su madre, no como en las Vascongandas que allí tenían a la Latxa y parece ser que se apañaban mejor que bien con ella, y eso que "a mí gustame todes les ovelles, pero si tengo qu'escoyer prefiero la de casa, la xalda..." Claro, claro, de qué cojones si no iban a estar hablando los paisanos más que de ovejas, yo es que tengo la mente muy sucia, soy un obseso que camina, en este caso descojonándome solo de vuelta a casa.
viernes, 8 de noviembre de 2013
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