lunes, 28 de abril de 2014

CANALLAS (SUMA Y SIGUE)


He leído por ahí que hay tres tipo de derechas: la derecha liberal que tiene como prioridad la defensa de la libertad del individuo, de todos, frente al Estado, la derecha democristiana y casi que institucional que al igual que la social-democracia, pero desde muy diferentes postulados y sensibilidades, procura compaginar esa libertad individual con la gestión de lo colectivo y en especial el Estado de Derecho democrático que conocemos en Occidente, y luego ya por último está la derecha extrema que sólo defiende el privilegio de unos pocos y en especial un estado de cosas en los que una minoría mangonea a su antojo con lo de todos en su propio beneficio, amén de recurrir a la agitación de las más bajas pasiones del individuo como el patrioterismo estomacal y la intolerancia frente al diferente para recabar votos; pues bien, esta última es la que padecemos en España, la derecha de los caciques y sus lacayos paniaguados, todos los que se les arriman para lo de algo caerá o así, y que trabajan por perpetuar un estado de cosas en el que la desigualdad es la norma y el privilegio de unas élites se da de bruces con el propio concepto de la democracia, es la derecha post o nostálgico-franquista y asocial del PP, la que recorta y ataca lo público en beneficio de unos pocos arrimados a ellos y habla de sacrificio sólo para las clases populares, la misma que hoy ha precintado el almacén del Banco de Alimentos del 15M que ayudaba a unas cuarenta familias necesitadas. Ese es el dato que revela no ya la falta de conciencia social de esta chusma, sino incluso el sadismo al que se entregan con todo aquel que les saca los colores. Luego ya se inventarán el tecnicismo de turno, la norma o la ley supuestamente quebrantada, para justificar su agresión a un colectivo social que ayuda a los que peor lo están pasando, a ver si cuela entre la gran masa de españoles que están tranquilitos en casa viéndolas caer y que nunca se meten en problemas, que nunca salen a la calle a cagarse en la madre de todos estos hijos de puta. Sencillamente, cuesta creer que todavía pueda haber gente de bien que no se esté dando cuenta de la catadura moral de esta gente más allá de la ideología o de lo que sea. Asco, indecible no, ya casi hasta tangible, le sale a uno por la boca.

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