Sí, ya sé que nos llevan tomando el pelo toda la vida, que es lo suyo; pero, no sé, escucho decir a Gallardón lo de que el aforamiento no es un privilegio sino un perjuicio y ya no rijo, de verdad, no me llega la sangre al celebro. Ya ni tengo fuerzas para reír de rabia, vergüenza, de asco. Nos habla como si fuéramos subnormales, vamos, como siempre, con la única diferencia de que ahora lo hace a las claras, con total impunidad, delante de todas las cámaras. Para qué cortarse si ha debido llegar a la conclusión de que si ha conseguido meternos lo del aborto, la reforma judicial para ricos, el nuevo código penal que apuntala todas y cada una de la iniquidades del estado de cosas que padecemos, pues una más a quién le va a importar, mierdas, que somos unos mierdas. Y ya como que hasta se puede permitir el lujo de chotearse de la ciudadanía a su cara. Y como encima ve que la gente sigue sin escupirle a la cara, que no se levanta para mandarlo a la mierda o cagarse en su puta madre, pues oye, se ve que se viene arriba y suelta lo de los tres instructores para acabar con los que él, al igual que los narcos, corruptos, terroristas y demás, acostumbran a llamar jueces estrella, diciendo que lo hace para "aligerar" la justicia. En fin, Gallardón, el ministro de la Injusticia, imparable, gobernando para cuatro.
miércoles, 9 de abril de 2014
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