lunes, 14 de julio de 2014

DESCONSTRUYENDO EL BONITO



Hoy a la mañana he asistido en la Plaza del Ayuntamiento de Oviedo y por casualidad a un acto espeluznante. En medio de la plaza había una carpa donde unos supuestos profesionales de la cocina estaban enseñando a la gente que se sentaba delante de ellos, o los escuchaba de pie junto a la carpa, "CÓMO PREPARAR EL BONITO." 

Sí, un acto organizado nada más y nada menos que para enseñar a los asturianos allí presentes cómo preparar uno de los pescados tradicionalmente más ligados a la gastronomía asturiana y que las madres y abuelas de los allí presentes llevan preparando durante generaciones del mil maneras, a destacar las suculencias locales como el rollo de bonito, el bonito al pisto, cebollas rellenas de bonito, la empanada de bonito y por el estilo.

Lo dicho, espeluznado me he quedado, no es para menos. Otra cosa habría sido ver cómo enseñaban a la peña allí congregada preparar el cuscus de pescado o una receta india de pescado con leche de coco, tomate y curry; pero, el bonito... en Asturias. Vamos, a mí me viene un tío vestido de blanco a darme lecciones de cómo tengo que poner el bonito en el marmitako y te juro que como poco acabamos a hostias.

Y lo peor es que me ha entrado cierto canguelo, sí, que a ver si a partir de la semana que viene, que vuelvo al terruño por un tiempo, voy a tener que asistir a actos parecidos en mitad de mi ciudad del tipo clases para todos los públicos y al aire libre de cómo beber el Rioja en bota o porrón, cómo menear las cazuelas para hacer un pil-pil o cómo batir los huevos para un revuelto de perretxikos.

Algo raro, y grave, mucho, está pasando es nuestras sociedades para que alguien haya decidido que los ciudadanos están faltos de que les den clases al aire libre de aquello que llevan haciendo, ellos o sus madres y abuelas, durante toda la vida.

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