martes, 22 de julio de 2014

EN LA "NEOCATEDRAL"





La cripta de las grandes catedrales góticas se dedicaba al enterramiento de los grandes personajes del lugar, obispos, reyes, príncipes y todo tipo de alta nobleza. No obstante, cuando lo que tienes es una catedral neogótica, esto es, una catedral de ese estilo construida durante la primera mitad del siglo XX, a qué preboste local vas a enterrar en la cripta, ¿a Ibarretxe cuando la jiñe? No creo, a ese no lo sacas de Llodio para que repose sus restos en la capital, bueno son los de allí con los de la capital, antes van a parar sus cenizas a la ría (con todo, hay que recordar que sí hay un sepulcro de un personaje contemporáneo, en concreto el del obispo Raimundo Fernández de Piérola, fallecido en 1904 y primer donante de la Catedral -si tiene algo que ver con la famosa bodega de Moreda, eso yo ya no...). Así que la cripta de la Catedral Nueva de Vitoria se dedica al culto, pero teniendo en cuanta el pedazo de columnas con fuste múltiple, pues la verdad es que la visibilidad no es que sea una maravilla; si bien eso a los paganos que asistimos a estos eventos por respeto y curiosidad nos viene de perlas para hurgarnos la nariz sin que nos vea el cura que oficia la misa. Con todo, y como entre un salmo y otro da mucho para pensar, qué mejor monumento podía haber levantado la carcundia local, tanto aquí como en cualquier otra parte y con la Almudena de Madrid como el mayor exponente de todos, con el fin de celebrar su hegemonía de antes y después de la Guerra que una catedral neogótica, verdadera declaración de intenciones de por dónde iba su visión de la vida, sus querencias culturales o simplemente artísticas. De hecho, a poco gusto artístico que se tenga, y a la vista de los incontables "calcos" estilísticos que componen la susodicha, hay que convenir que esta catedral lo mismo podía estar en el centro de Vitoria que en un parque temático sobre la Historia de Europa en China e incluso en un rinconcito de Eurodisney para una atracción basada en El Jorobado de Notre Dame o en ese plan. Luego ya está la sensación de que los delirios no sólo artísticos, sino también políticos, o sobre todo políticos -y el que frunza el ceño ante semejante afirmación que repase la Historia de la construcción del templo y descubra qué ideas o intenciones animaron a monseñor José Cadena y Eleta cuando propuso la construcción de un templo esencialmente medieval en pleno siglo XX-, también tienen su fecha caducidad. Y esta parece que coincide con el declive del entusiasmo de sus promotores. Como que hasta fue inaugurada inconclusa por el generalito gallego en 1969, año que tiene en su glorioso haber mi nacimiento, y que sólo pudo se concluida mal que bien, gracias al aporte de particulares.Y aún así, que diferencia entre el proyecto que tenían en mente, del cual da fe la maqueta que alberga la propia catedral y que a mí siempre me fascinó por lo tan increíble como ridículamente ambiciosa, y el resultado final, del que también siempre me llamó la atención, cuando la rodeaba para ir al centro desde la Avenida, las hornacinas vacías del interior del pórtico de la fachada principal. Tristeza, chapuza, soberbia, todo en ese plan.

Con todo, y a pesar de esa inevitable y casi que mustia sensación de lo que quisieron que fuera y no ha sido, tengo que recalcar que la Catedral Nueva de Vitoria alberga el magnífico Museo Diocesano de Arte Sacro de Álava, o lo que es lo mismo, buena parte del tesoro artístico de una provincia que será por románico, gótico o cualquier otro estilo, arte sacro para dar y tomar, pues. 

Y acabo, no sin congratularme de haber escrito sobre un templo religioso, las misas que se celebran en ella, y no haberme dado por la diatriba anticlerical o algo por el estilo, siquiera ya sólo para no aguantar luego a los numerosos evangelizadores que corren a sentirse ofendidos en cuanto alguien critica o pone en solfa el más mínimo aspecto de su fe o de su Iglesia, "¡comecuras, comecuras!". Y mira que tenía ganas, siquiera ya sólo para enlazar lo que fuera con la noticia que leí la semana pasada acerca de una encuesta que revelaba que el 73% de los holandeses declaraba no creer en Dios ni profesar credo alguno, dato que podría aprovechar una vez más para esas comparanzas tan jugosas, recurrentes y puede que infantiles entre ellos y nosotros, el norte y el sur.

*también aprovecho para recordar al PP vasco, a la vista de la que montaron la semana pasada porque el consejo de ETB se reunía en Navarra al considerarlo una intromisión inaceptable en una comunidad vecina, que de las siete capillas que hay en la catedral de marras cuatro están dedicadas a las cuatro provincias vascas. Sí, cuatro, hay una Capilla de Álava, otra de Guipuzcoa, otra de Vizcaya y... ay, ay, ay, otra de Navarra. Pero bueno, por si alguien olvidó, o le hicieron olvidar, que hubo un tiempo en el que ni a los más acérrimos defensores locales de la unidad patria de España, en especial los seguidores de Don Carlos, dudaban de esa comunión vasco-navarra que también daba nombre a los colegios profesionales de las hoy divididas y, a tenor de lo que quieren hacer creer y cree una mayoría fuera de nuestras fronteras, absolutamente extrañas comunidades que forman el sur de Euskal Herria.

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