domingo, 24 de septiembre de 2017

ESE MALOTE CON CORAZÓN COMO UN CAMIÓN


Estaba aparcando enfrente del insti al que ha empezado a ir mi hijo mayor este año, cuando de repente veo al otro lado del parabrisas un tío pelón con pintas patibularias, se diría que recién salido de Villabona, que parecía que me miraba desafiante, vete a saber por qué, yo es que me mosqueo por nada, soy lo que se dice un cafre. Suerte que también he recapacitado al instante, suerte sobre todo para el chaval que ya sólo por eso se ha ahorrado un par de hostias, no te digo. Luego ya en seguida he pensado que probablemente sería el camello de la zona esperando a que saliera la clientela. Eso o que era el maromo de alguna quinceañera del insti, de esas a las que les va mazo los tipos malotes y sobre todo mayores que ellas; a saber qué cojones pasa por la psique femenina que son tantas y tantas las que se pirran por tipos que luego, de puro macarras que son, las tratan como una mierda, me lo expliquen.

Empero, no tardo en recapacitar y decirme que estoy lleno de prejuicios, que a ver por qué juzgo al chaval por sus pintas como si yo no hubiera llevado las mías a su edad, angelico, y sobre todo como si ya fuera un puto carca después de toda una vida despotricando contra ellos. Porque quíen me dice a mí que no se trata de un guaje sensible enamorado hasta las cachas de su pava adolescente, casi un amor prohibido, un romántico empedernido que procura ocultar su alma torturada bajo una fachada de macarra de barrio. Y en eso estoy cuando empiezan a salir los chavales del insti, veo que una chavalina de dieci muy pocos en minifalda y tacones se dirige hacía mi héroe romántico y lo primero que le suelta éste nada más verla llegar es:

-Ya te vale, ho! Me ties esperando aquí como si no tuviera otra cosa que facer que esperate. Andate y no me calientes el bolo con les tues chorrades que ya ye mui tarde y tengo mucha fame.

Momento en el que no me queda otra que reconocer que aquí el único romántico empedernido es un servidor, amén de un progre de mierda o lo que guste el personal.

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