Y si despotricar por escrito de la actualidad tampoco está bien visto, que das en sobas como te repitas con los temas, y eso cuando no eres tú quien se repite sino la actualidad, "¿otra de corruptelas peperas?, paso", y no digamos ya enzarzarte en disputas más que trilladas con gente que sin conocerte de nada te va a colocar de inmediato un sambenito de ser esto o aquello sólo por no sumarte de buena gana a su credo o tribu, cuando no ya sólo por haber cuestionado una "miajica" sus verdades como muchos, y eso porque lo más fácil para no darle al coco es colocar a cada cual en su trinchera y así no tener que molestarse en debatir nada en serio y menos aun a fondo, pues va a ser que al final no nos va a quedar otra cosa de la que escribir que la broma más o menos chusca o ingeniosa, la gracieta otro tanto, y, como mucho, del tiempo como si las redes fueran un inmenso ascensor, los comistrajos que perpetramos a diario contra nuestra salud o contar las peripecias más o menos divertidas, patéticas las más, del trato con el prójimo. Porque escribir de las interioridades de uno, los vaivenes del ánimo, los nubarrones de a diario, es decir, quejarse todo el puto rato porque nos van mal las cosas, no nos salen como quisiéramos, o así lo creemos, quejarse en suma, resulta muy feo y sobre todo aburrido. Y como lo peor que se puede hacer una vez que te pones a las teclas para echar letras sobre las redes es aburrir al respetable, o al despreciable, no sé, a gustos, según el día, pues que a lo mejor toca ya, esto es, de una puta vez, tratarse la grafomanía esa de la que hablaba Kundera como el alcohólico que de repente es consciente de que hace ya tiempo que empezó a beberse el Nenuco porque era lo único que le ponía ya a tono en un pispás; "Hola, me llamo Txema, y soy grafómano..." Eso o preguntarse qué sentido puede tener de verdad aprovechar los ratos más o menos sueltos, desperdigados, que robas a tus quehaceres diarios para saturar todavía un poco más la red con tus chorradas, tu enfermiza ciberverborrea. Pues en eso estamos, de nubarrones de enero, para variar.
viernes, 26 de enero de 2018
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