lunes, 29 de enero de 2018

TAIMADOS O TARADOS


El Opus Dei, la Obra, sus numerarios, no he conocido ninguno que no fuera un taimado o un tarado, por lo general ambas cosas. Y mucho me temo que la peor parte se la llevaban los hijos que no comulgaban con la fe militante de sus padres. Si a los demás la rebelión generacional famosa nos supuso más de un quebradero de cabeza que no viene al caso, a algunos con progenitores de la Obra se les fue la cabeza tal cual. Estoy pensando en un tal Urbieta, bien majo, buen colega, o lo que era lo mismo para los suyos, un bala perdida. Rebelarse contra la mandanga lobotomizadora de los suyos lo llevaba a entrar en su casa mamado a las tantas de la mañana y ponerse delante de la virgen que había en el descansillo de su casa a cascársela mientras recitaba el Ave María en latín, el Mater Regina o algo así, yo qué sé. Y entre esas y otras en las que también le pillaron un vía crucis de loqueros de la Obra y pastillas por un tubo. Las últimas veces que lo vi por la calle estaba siempre ido, no exagero si añado que en una de ellas hasta se le caía la baba por la comisura de los labios. Hace siglos que no lo he vuelto a ver, ya entonces se me antojó una vida que su propia familia había tirado por el sumidero, a saber dónde parará ahora y cómo.

A otros en cambio les ha ido de perlas con la Obra, para eso se apuntaron. La mayoría de los que conozco andaban muy justicos de fe, pero de ambiciones y falta de escrúpulos no tanto, eso ya era otra cosa. Se me haría eterno explicar los motivos y tampoco voy a poner ejemplos que quedan para mí.

Y ahora, dale, a pedir, exigir, respeto para los opusitas, que viene a ser una forma como otra cualquiera de intentar coartar la libertad del prójimo para que opine de lo que le venga en gana, y sobre todo de lo que sabes de antemano que no va a ser nada bueno.

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