domingo, 1 de agosto de 2010

NI BRILLA, NI DA ESPLENDOR, NI SIQUIERA ES VERDADERAMENTE ACADEMICA


Estába anoche mi señora en la cena en casa de unos amigos hablando de cortes de pelo cuando se le ocurre comentar lo de la coletilla que ella llama abertzale por identificarla con la que llevan los borrokas que pululan por las calles de esta tierra. Ya a la salida la pobre T me comenta que creía haber metido la pata porque al decir lo de abertzale había percibido como cierto desagrado e indignación en el rostro de uno de mis amigos y que entonces se había acordado de que la connotación negativa que se le da en el resto de España al palabro no lo es tanto en el País Vasco.

Una memez de cuidado si no fuera porque casualmente ese día había leído que la Real Academia de la Lengua Española había decidido incluir el término abertzale con la acepción de militante del nacionalismo radical vasco, decisíón que había levantado una tremenda polvareda entre los académicos de la Real Académica de la Lengua Vasca, gente de la cultura de aquí y qué decir de los póliticos.

Y es que dicha acepción de la palabra abertzale que hace la RAE no puede ser más equivocada y sobre todo sectaria, producto de la malinterpretación interesada que hacen la mayoría de los medios españoles a la hora de referirse al nacionalismo radical vasco y que viene a querer reducir el término al mundo de los nacionalistas más intransigentes y partidarios de ETA. Eso es al menos lo que procuran trasmitir desde la Corte en un empeño de reducirlo todo, si no a lo más simple, sí acaso a la mera caricatura, de ese modo cualquiera que se indentifique como abertzale será inmediatamente catalogado de lo peor a los ojos y sobre todo oídos del españolito medio.

La Real Academia de la Lengua Vasca ha recordado, toda indignada ella, a su colega y hermana -ambas están emparentadas por un montón de acuerdos e intereses, entre ellos el hecho indiscutible de que el nacimiento del castellano está intrinsicamente relacionado con la lengua vasca tal y como se puede percibir en el hallazgo de las primeras glosas romances de San Millán de la Cogolla en la Rioja donde también se hallaron las primeras en vasco- de la castellana, que la verdadera acepción literal de la palabra no es otra que "patriota", esto es de aberri (patria) + zale(amante), abertzale = amante de la patria, patriota. De este modo no sólo los nacionalistas radicales se consideran a sí mismos abertzales, puede o seguro que se consideren los que más, pero no los únicos. También la gente del PNV o EA, el nacionalismo moderado, se autotitula de abertzales, e incluso muchos vascos no nacionalistas que toman el término según su significado literal al igual que lo hacía mucha gente de la antigua Euskadiko Ezkerra.

Así pues, resulta sospechosamente curiosa la acepción incluida por la RAE en su diccionario, aunque nada extraña si tenemos en cuenta la manipulación interesada que de un tiempo a esta parte se hace de mucha de la terminología vasca, tanto en un afán de vulgarizar o incluso denigrar términos vascos por su identificación con el nacionalismo vasco en general, como movidos por una creciente vascofobia que no es sino el rebrote del tradicional desprecio hacia lo vasco por parte de los castellanos o castellanoparlantes a secas, y el cual podemos remontar al mismo Siglo de Oro con el cliché recogido por Cervantes del vizcaino bruto y orgulloso que apenas sabe ordenar una frase en castellano.

Es lo que hay, algunos presumen de honestidad y rigor intelectual pero luego corren a poner sobre escrito el cliché no ya del vulgo sino de la secta político-mediática de turno. De ese modo no sé cómo me pude escandalizar cuando la madre de mi señora me afirmó completamente convencida que la palabra Euskal Herria era un engendro inventado por los etarras y sus amigos, que nunca había existido y que no tenía ni pies ni cabeza. Ni qué decir que resultó inútil intentar explicarle que, en efecto, Euskal Herria nunca había existido como entidad política que englobara el total de los territorios vascos, todo lo más el Reino de Navarra durante un tiempo muy breve y convulso; pero, que se trataba de la expresión con la que los vascos se habían referido y nos referimos en euskera desde siempre al país donde esta lengua se habla o se ha hablado hasta no hace mucho, que el término aparecía ya por primera vez en los manuscritos euskaros del alavés Joan López de Lazarraga o el vascofrances Leizarraga en el siglo XVI, y desde entonces hasta ahora en la mayoría de los escritores siglos antes de que naciera algo parecido al nacionalismo vasco. Tampoco le valió el argumento de que el término iba más allá de lo político, que era exclusivamente socio-cultural tal y como lo dejó bien claro, entre otros muchos insignes hombres de la cultura, el famosísimo historiador y antropolólogo Julio Caro Baroja, alguien nada sospechoso de nacionalista sino más bien todo lo contrario.

Digo que a veces, muchas, resulta inútil argumentar con datos y nombres, y es que gracias a la inestimable colaboración de los intoxicadores mediáticos mucha gente, incluso con título y muchas lecturas encima, demuestra un apego inusitado a sus prejuicios o simples opiniones inducidas por terceros, como que hasta se cree más lista que los demás por estar informada de primera mano por los mercenarios de la pluma a sueldo del grupo de turno, para que se niegue en redondo a replantearse sus errores, siquiera sus fuentes, sobre todo si éstos son producto de una determinada animaversión ideológica, cultural o por el estilo. Algunos parecen convencidos de que les va el crédito en ello, que reconocer su error, cualquier error, siempre se convierte en un demérito, que siempre hay que sostenella y no enmendalla por principio, no vaya a ser que al hacerlo demos munición al enemigo en nuestra contra, cualquiera que sea éste.

Pues en esas estamos, que ves la desfachatez sectaria de unos y el disgusto lógico de otros y no puedes evitar pensar que total para qué llevarse un mal rato discutiendo por semejante tontería, si a lo que están algunos no es precisamente a los datos o las evidencias filológicas, sino más bien a la bandería y el granito de arena en la batalla contra el enemigo, ese que por otra parte tanto se les parece...

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