jueves, 22 de marzo de 2012

A LA VEJEZ PISTOLAS...


Ya comenté hace unas semanas en otro lado lo curioso de dos noticias que tenían como protagonistas a dos septuagenarios respectivamente. La primera daba cuenta de un conductor de setenta años que le sacó un revolver a otro durante una trifulca por un accidente. En la segunda otro septuagenario les sacaba una navaja a un grupo de jóvenes que le recriminaban haberse encendido un cigarro en el interior de un bar.

Vale pues, simple coincidencia temporal y geográfica. Pero oyes, será que desde entonces estoy sugestionado o no sé qué, pero es que no oigo o leo más que noticias de sucesos que tienen como protagonistas a abueletes:


El número de delitos cometidos por ancianos en Japón se ha duplicado en los últimos cinco años, según cifras oficiales.


Crece número de ancianos delincuentes en México DF. En 1998 en 5% de los adultos mayores participaron en actos delictivos, cifra que creció hasta un 12% en el 2000, lo que significa que 87 mil personas infringieron la ley.


Argentina. Según fuentes de la investigación, un hombre de 90 años, armero retirado, presuntamente se dedicada a vender en forma clandestina armas y municiones en una finca, que sería de su propiedad, sobre la calle 8 Nº 2070, entre 74 y 75.En ese lugar, por disposición del juez de garantías Juan Pablo Masi, a solicitud del fiscal Fernando Cartasegna, una comitiva a cargo del comisario José Luis Coria efectivizó en la mañana de ayer una orden de allanamiento, que permitió la incautación de un verdadero arsenal, compuesto por más de 15 armas largas; armas de puño; unas 3.500 municiones de todo tipo y calibre, incluso algunas con punta hueca; miras telescópicas; pólvora; cargadores; un torno; elementos de precisión; cuños; una ballesta y hasta culatas de escopeta, destacaron los informantes.


Y claro, lo primero que me pregunto a ver si va ser esto una tendencia a escala planetaria o algo así. Como que no hay día que no descubra síntomas de este cambio inopinado en la actitud de los hasta hace poco tiernos y venerables ancianos que nos rodean. Ayer mismo, voy a aparcar el coche en el garaje, justo delante de mi plaza el coche de un viejales preparándose para salir. Según una norma no escrita es que va a salir el que tiene que dejar sitio al que entra. Pues el pavo que me hacía gestos con la mano para que echara marcha atrás, y eso cuando sólo tenía él que tirar un poco hacia delante para que yo pudiera pasar perfectamente. Pues que le digo que nanai, que para atrás va a tirar su tía, además de indicarle con con el índice de la mano diestra que mi plaza está justo detrás de él y con el de la siniestra que solo tiene que tirar hacia delante. Pues va el viejo y se me rebota, haciéndome aspavientos desde el interior de su coche para que eche atrás. Yo que vuelvo a indicarle con mucho mimo, esto en todos sus sentidos, que es él quien tiene que tirar. Y como sigue sin hacerme caso, y encima debe estar cagándose en mi puta madre o algo parecido dentro de su coche, suerte tiene que no se lo oigo, pues que acelero para acercarme hasta él. Entonces sí, entonces coge y se aparta a toda pastilla. No te jode el abuelo que se creía que estaba exento de las normas que rigen para los demás.

Pues eso ayer, porque hoy en el supermercado al ir a pagar en la única caja abierta, cuando al cabo de un rato largo abren otra, los clientes al final de la cola pasamos a la ésta, y de repente gruñidos y juramentos por todo lo alto. Un viejo que la emprende contra una señora de su misma quinta o por ahí. Parece que se le ha colado al pasar a la otra caja, algo más que discutible porque de colarse han sido ellos dos los que se me han colado a mí ya que estaban detrás de mí (aquí me entra la tentación de escribir un incorrecto pero deliciosamente dialectal "detrás mío", que es como lo dice todo quisque en mi entorno) y el caso es que el hombre se ha puesto como una hidra con la señora. Y lo peor es que no se le va el cabreo, que sigue refunfuñando mientras la pobre mujer mete su compra en la bolsa y hasta tiene el cuajo de seguir echando sapos y culebras delante de la cajera, la cual, como no parece ni inmutarse ante la perorata del viejales gruñón, que está más que curtida en el trato con energúmenos de este tipo, no satisface sus deseos de escarnecer públicamente a la pobre vieja, de modo que se vuelve hacia mí, a saber si recurriendo ya a una inexistente solidaridad masculina, para insistirme una vez más con lo de: "qué poca educación tienen algunas, como si estuviéramos en la selva, que las hay que no tienen vergüenza ni ná de ná". Entonces, como veo que me ha elegido como cómplice para su escarnio público, como juzgo que ya se está pasando cien pueblos, le suelto que "tampoco ha sido para tanto, que está haciendo un drama de un grano de arena...". Pues ha debido sentarle como un tiro, ya que, aunque viéndome como me ha visto de morros, que si no llego a los dos metros es porque no me estiro todo lo que puedo y con una capacidad torácica que ya la quisiera para él mismísimo Clark Kent, en seguida se ha dado la vuelta, la verdad es que lejos de hacerle entrar en razón parece que todavía lo he sacado más de sus casillas, dado que se ha marchado del supermercado dando voces contra la falta de educación de las viejas y la chulería de los jóvenes con gorra en particular, amén de la decadencia de los valores cristianos y occidentales en general, y algo que no he entendido sobre que con cierto caudillo gallego enano y barrigón no pasaban estas cosas.

En fin, será que andan de los nervios los pobres con lo de los recortan, que no se fían de las promesas de Rajoy de no meterles mano en las pensiones, será también la medicación, algo que hay en el aire o yo que sé, el caso es que la tercera edad está de un suelto que ya te digo, a hostias con el prójimo a la menor de cambio, que no pasan una, que como se le cruce el cable suerte si solo te mientan la madre, suerte si no te rajan o te pegan un tiro, total ya no van a ir a la cárcel...

Y en esas estaba cuando vuelvo a casa de recoger al mayor en el colegio, que voy a girar para meterme al garaje después de que el coche que me obstaculizaba el paso avanzara un poco amablemente, y de repente que el coche que iba detrás de éste que casi se me echa encima. ¿Y qué veo? Dos señoras mayores de cardados imposibles, enemigas juradas de la capa de ozono, al volante, que no sabían o no querían cederme el paso tal como es costumbre, que ellas a lo suyo, a lo Thelma y Louise con diabetes.

Así que me digo, todo el mundo asustado por lo de Toulouse (con una "s"), que vemos yihadistas detrás de cualquier tío con chilaba o tía con pañuelo, ¿y los viejos, quién nos protege de ellos? ¿Cuándo dejaron de ser tiernos y sabios y se volvieron rudos y peligrosos? ¿Tiene la crisis la culpa de que, a falta de obras en las que matar el tiempo, se pasen al lado oscuro, a la vita pericolosa?

Y lo peor es que este finde voy a casa de mis padres, y claro, me pregunto, ¿ya estoy seguro durmiendo bajo el mismo techo de mi padre? Mira que se le cruza, como se le suele cruzar, y...

*y no me olvido del simpático abuelete que siempre está el el parque enfrente del polideportivo al que llevo a baloncesto al mayor, que hace unas semanas, y cuando creían que no le veía, bajó a mi enano del columpio a las bravas para que subiera su nietecico; la cara que puso cuando me avalancé hacia él al grito de "tendrás cara, el resto del parque vacio y vas tú y...", fue de las que no se olvidan, como que por unos segundos me sentí un asistente social y todo...

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