domingo, 25 de marzo de 2012

LUCHA DE CLASES EN LA ZAPA Y MANIQUIS VERBENEROS EN BADAYA


Santo Dios, qué empacho el de anoche, y qué rico estaba todo, cómo se esmeró el amiguito Luís con sus croquetas de setas y mejillón, estaban deliciosas, los pimenticos rellenos de carne y los chipirones otro tanto, los rellenos con su cebollica, las salsas para chuparse los dedos, por no hablar del foi y la tchaka; hacía tiempo que no me ponía en plan tripón total, tripaundi forever. Y el líquido elemento otro tanto, delicioso ese Valserrano de cepas viejas del amigo Patxi (el reserva de Ostatu que llevé yo creo que tampoco estaba mal...) El caso es que, además de pasarme toda la noche dando vueltas en la cama, que me he tenido que ir a la de la habitación de mi hermano para no despertar a mi señora y el enano con tanto eructo y juramento, me he levantado hecho unos zorros, hinchado como una pelota y con una acidez del demonio porque se me olvidó tomarme la pastillita de rigor, y menos mal que no probé el sorbete porque ya sólo faltaba el Cava para joderme todavía más el estómago.

Pero bueno, cena de amiguitos y tal, risas y burradas a porrillo, a ver quién suelta la más grande, a dar el coñazo con las batallitas de siempre, tocó Senegal, y todo para acabar a gritos a cuenta de la Reforma Laboral entre los dos esquiroles de Abendaño, los peligrosos sindicalistas antisistema de la Zapa y mi señora, la cual no perdió comba a la hora de berrear como una posesa. Claro que como ya antes de sentarnos la señora Virginia dijo que le había sorprendido que hace tres semanas nos fuéramos de su casa en plan tranquilote, sin discutir ni nada, como que asquerosamente formales y así, pues que supongo que ayer sé lo pasaría bomba a lo vamos a rememorar los viejos tiempos; vamos, me da que los senegaleses que tenían L y B de vecinos, de estar todavía, ya habrán hecho el petate de vuelta en patera, acojonadicos los pobres...

Pena que servidor no estuviera precisamente para muchas hostias después de la paliza en el bosque cargando a arrikotes al enano todo el camino de vuelta desde Armentia hasta Berroztegieta. No me sentía los hombros, y suerte que mi cráneo estaba intacto, porque el cabroncete de Mikel se me durmió durante el trayecto e iba clavándome la barbilla en la calvorota todo el rato, a lo trepanación. Por no hablar de que antes me había tirado mi tiempo limpiando el interior del coche, esto es, sacando todo tipo de detritus orgánico que mis adorados hijos habían ido acumulando durante meses de viajes; ya le he dicho a mi señora que como le vuelva a dar de comer a los críos mientras viajamos la próxima vez va a meter la aspiradora su p... Rita la Cantaora.

Así que cuando marchamos a eso de las dos, las tres o las cuatro (¡no dejarán la hora en paz!), yo ya iba andando con los ojos cerrados en un bostezo interminable, eso hasta llegar a la altura del escaparate en el que a la ida habíamos visto una curiosa colección de ropa que, como no entiendo mucho, no sé si definir de choni de barrio, putón verbenero o discoteca latina. Fue entonces, ante la visión del primer maniquí con las tetas operadas, algo verdaderamente impresionante, que si te ponía algo de punta era los pelos que no tengo de lo chusco, grotesto, pura película de serie B de terror, que resultaba aquella muñeca de mirada extraviada, postura estática y tetas estratosférica, que ya me estoy imaginando el cliente: ¡quita, quita ese trapico de mierda, que lo que me llevo es el maniquí, ¡ay, ama, qué ricaaaa! Una visión que ocupó mi retina hasta que me metí en el sobre y una vez ahí ya se me hizo un lío en el perolo entre las tetas del maniquí, los chipirones en su tinta con pimiento verde, las cepas viejas del Valserrano, las croquetas de rechupete, la Reforma Laboral, los enlaces sindicales de las empresas de P y L, los gritos de mi señora, entre otros, un cuñado vestido de almirante, Blanca recibiendo una hostia consagrada de mano del padre Arizmendiarrieta fundador del movimiento cooperativista de Mondragón, Virginia colgada de la lámpara como si fuera un micrófono cantanto a lo Marilyn Happy Birthday, Patxi, happy birthday to youuuu!, y los pimientos, que me temo que la acidez me la dieron los pimientos. Ahora bien, también cabe la posibilidad de que fuera una acidez con retraso a causa del pedazo de trozo de bacalao, a medio desalar, que me había reservado mi viejo el viernes para cenar y que servidor se preparó al pil-pil con dos alegrías cortadicas en tiras, no había agua en los pantanos para apagar el incendio que se originó en mi boca, para haberme matado...

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