lunes, 8 de noviembre de 2010

FANTASMAS DEL PASADO


Tal y como era de esperar, la entrevista de González ha provocado la cascada de reacciones, opiniones y simples exabruptos habitual en estos casos. Y como de costumbre también, cada cual a lo suyo, es decir, a defender lo indefendible desde su lado de la barrera o a aprovechar la ocasión para arremeter de nuevo contra Mr. X sin excesiva convicción. Con todo, resulta cada vez más patético y estomagante comprobar hasta qué punto la izquierda en el gobierno sigue siendo reaccia no sólo a una condena sin paliativos de aquellos hechos, delictivos aunque sólo lo sea porque así lo establecieron los jueces, y todavía menos a la del principal factotum de los mismos. De ese modo uno oye la respuesta de la portavoz del PSOE, Elena Valenciano, respondiendo con la vacuidad habitual en los políticos de su clase, apenas simples voceros de las obviedades y mezquindades oficiales, oficiosas, del partido de turno, respondiendo al portavoz, otro que tal, del PP, González Pons, que se ha situado en la 'f' de frustración, en la 'r' de rencor y en la 'i' de impotencia". Para la dirigente socialista, los populares "saben que jamás tendrán en sus filas un estadista del nivel de Felipe González y nunca tendrán un líder de su talla política, moral e intelectual. Es decir, ni un solo asomo de perplejidad, no digamos ya de indignación, por lo dicho ayer por González, sino más bien más de lo mismo, lacayismo con carné y cargo de partido, reverencia sin condiciones, vacilaciones, a la figura del líder subido a los altares por mucha falsa mea culpa y otras zarandajas farisaicas que nos hayan vendido con la tan traída renovación, pasar de página y demás evidencias de cuán ínfima es la calidad moral y ética de nuestros actuales dirigentes, no sólo la del líder verdadero del partido per secula seculorum, y la dosis habitual de nauseabunda retórica partidista, vamos, lo que suele hacer tan atractivo el nivel actual del debate político.

Entre tanto político-lacayo y periodista otro tanto, de esos que en sus tertulias y artículos empiezan siempre con un yo no defiendo el asesinato de nadie, pero... , a la búsqueda de la justificación de lo injustificable, unos y otros con los cuchillos alfilados en previsión de un ataque, ya no a la honorabilidad en perpetuo entredicho de Mr. X, sino del partido que presume de él como su mejor aval frente a la Historia, que en mi opinión se ha vuelto a alzar la voz de un también protagonista de aquella época, uno de los periodistas de raza que más hizo por desenmarañar aquella trama de mentiras y corruptelas con la que los dirigentes socialistas de la época pretendieron ocultar su implicación en la creación y actividad de los llamados Grupos Antiterroristas de Liberación, el director de EL MUNDO en el País Vasco y posterior subdirector del mismo en Madrid, Melchor Miralles. Decía Miralles que seguía sintiendo la misma repugnancia como ciudadano de bien ante el hecho de que uno de sus presidentes hubiera sido un tipo para el cual el asesinato, cualesquiera que fueran las víctimas de éste, entraba dentro de sus elecciones como gobernante. Elección que dio en 27 asesinatos y varios heridos por bomba o metralla, varios de ellos, que no lo olviden los abonados a la ley del talión (tanto españolito de esos que se les llena la boca propagando a los cuatro viento que lo hay que hacer es echarle cojones al asunto y dejarse de melindres legales, morales o de cualquier tipo, españolitos a lo Arturo Pérez Reverte) asesinados sin tener relación directa con ETA, como el prófugo del servicio militar Juan Carlos García Goena, los vascofranceses Jean Pierre Leiba y Christian Olaskoaga, los ciudadanos franceses Emile Weiss y Claude Doer y otros tantos heridos que nada tenían ver con ETA pero que sólo pasaban por allí, víctimas colaterales según la misma lógica asesina de los etarras. También señala Miralles la hipocresía infinita de González cuando habla de la condena de Barrionuevo y Vera por el secuestro de Marey, el cual, el un lapsus muy, pero que muy, revelador de lo que calla, oculta, González, denonima "detenido", de acuerdo con una jerga que nos recuerda tanto a la de los otros asesinos cuando hablan de impuesto revolucionario, ejecución popular y demás eufemismos criminales.

Y también recordaba Miralles que durante el juicio a estos dos pringados, porque sólo de tales se pueden tener a los que apechugaron con una condena para cubrir así las espaldas al señor X -si bien con la promesa cumplida de salir al poco tiempo a la calle gracias a la pirotecnia legal al uso-, se presentaron pruebas de que hubo conversaciones de Barrionuevo, Vera y el señor X para deshacerse de Segundo Marey, el anciano francés al que habían secuestrado por error, mediante el sistema de tiro en la nuca y aplicación de cal viva para no dejar huellas, el mismo método que, por lo que se ve, tan caro les era también al general Galindo y compañía.

En fin, y por si fuera poco todo este desagradable flashback que nos dejó el domingo, una época negra como pocas y de la que habrá que hablar, escribir, largo y tendido para intentar comprender aquellos años. Mucho, en especial de lo duro de condenar en el mismo País Vasco a ETA y los suyos mientras el Estado se ponía a su mismo nivel, de lo irrespirable de aquella época entre unos y otros, a un paso de convertirnos definitivamente en una Irlanda del Norte dividida para los restos en dos comunidades, una extraña coincidencia devuelve a las páginas de actualidad el nombre maldito, repulsivo, de un verdadero fantasma del pasado, José Amedo, el comisario de policía tan chuloputas como chapuzas que coordinó todo aquello a pie de calle, el mismo que también fue obligado a ofrecerse de cabeza de turco, condenado a ciento y pico años por multidud de asesinatos y de los que sólo cumplió nueve, como que no lo sabía él de antemano, desde luego que no se le puede achacar a Mr. X no ocuparse de los suyos... Pues lo dicho, que vuelve tras haber sido detenido por maltratar a su actual compañera, tal es la calaña innata del que algunos medios españoles estuvieron tentados en convertir en un héroe medíatico de la lucha contra ETA, casi que a la altura de un Harry el Sucio galaico o por el estilo, esa es también la estatura moral y ética de cierta prensa.

Entretanto, Miralles remata esta mañana en su tertulia con una observación de profundo calado: ni Aznar ni Zapatero tuvieron que recurrir nunca al quebranto de la ley, al asesinato, para luchar contra ETA, a la vista están los resultados.

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