sábado, 11 de enero de 2014

¡EL REY ESTÁ CHOCHO, VIVA EL REY!



Si hay algo que evidencia todo el absurdo y en especial la ignominia de la institución monárquica eso es el artículo 56 de la Constitución del 78, el cual sanciona en la práctica la inmunidad del Jefe del Estado, el monarca, al aplicar la regla de la absoluta irresponsabilidad regia, fiel reflejo del viejo aforismo británico "the king can do not wrong" (el Rey no puede hacer mal) . De ese modo nada ni nadie puede juzgar al Borbón, ni siquiera en el caso de que a éste se le cruzara el cable y, fiel a su pasión por tirar al blanco, le diera por la caza humana a la americana, esto es, tipo masacre con arma automática en una escuela de primaria en Virginia o de por ahí. El Rey es inviolable, sí, está por encima de todos nosotros, sí, pobres vasallos, y ese y no otro es el intríngulis de lo que pasa con su hija, la cual, así como el resto de la familia, parecía convencida de disfrutar de la misma inmunidad de papa, si no de lex sí de facto, ya veremos, ya, cómo y dónde acaba el juez Castro. Y cómo no lo iban a pensar si vivían en un país de vasallos que aceptaba de buen grado la institución haciendo suya la apología que los monárquicos habían elaborado alrededor del rey campechano que trajo la democracia y evitó un golpe de estado, un tipo la mar de majo que además rentaba una barbaridad ahí fuera, el mejor embajador de España y bla, bla, bla. Lo dice el colombiano Fernando Vallejo en su último libro, "Casablanca la Bella": ""Y acabemos con España, si algo queda. Dice el "Poema del Mío Cid" en sus primeros versos con palabras que lo resumen: "Qué buen vasallo sería si tuviera buen señor". ¿Qué se puede esperar de un pueblo cuya literatura nace ansiando el bien de ser lacayos? Eso. Lacayos, Felipitos, Rajoicitos, Rubalcabas...". Vasallos todos por ley y no pocos cortesanos por vocación e interés que perdían y pierden el culo por hacerse la foto con el Borbón, por arrimarse, situarse bien, siempre al lado de los que mandan, algo caerá, a miles. Pero claro, luego estaban los que se decían indiferentes presumiendo de pragmatismo "¿España no va bien, el rey no cumple con su trabajo?", la mayoría de los cuales miraban con desprecio y no poco fastidio a los que enarbolamos el discurso republicano porque veníamos/venimos a ser la mosca cojonera que se queja de todo, nunca está contenta y además pretende crear un problema donde ellos dicen que no lo hay, todo lo más una cuestión de puesta a punto y en caso extremo de recambio. Esos son los moderados, gente que comulga por principio con lo establecido pero con matices, melindres, como manteniendo las distancias, pero en el fondo de neutrales bien poco, la vehemencia con la que descalifican a unos casi nunca es la misma con la que justifican a los otros, el mar menor, la Transición como el cuento más bonito que nos han contado nunca. Y sí, tiene razón Ramoneda cuando dice que si la monarquía pierde la razón práctica que la sustenta lo pierde todo. Entonces, el sentido común es muy claro, si algo no vale se quita. Pero ya, ya, no se monta una Segunda Restauración Borbónica, prácticamente sobre los mismos pilares de la primera, bipartidismo, clientelismo, corrupción..., para echarlo todo a perder al primer contratiempo; ¡Felipe y Letizia, salvadnos con vuestro buen porte y juventud! ¡Más hojas del Hola, más artículos babosos en la prensa al estilo de "La Infanta "encoñada"! ¡El Rey no ha muerto, sólo está chocho, viva el Rey!

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