miércoles, 2 de junio de 2010

ISRAEL ÜBER ALLES / ÜBER ALLES IN DER WELT


Deutschland, Deutschland über alles,Über alles in der Welt, (Alemania, Alemania sobre todo/sobre todo en el mundo), aunque esta famosa primera estrofa del que fue el himno alemán por excelencia nació en 1841 y fue inspirado por el anhelo de unificación del nacionalismo alemán, acabó siendo primero identificado con el imperialismo alemásn birsmackiano y ya definitavemente con el ideario nazi para glorificar su política abiertamente expansionista, así como para celebrar la tesis nazi de supremacía racial. De hecho, entre 1933 y 1945, se cantaba sólo la primera estrofa y luego el Horst Wessel Lied, el himno del partido nazi.

El comentario es de rigor, y más aún la asociación, todo lo demagógica y hasta ofensiva que se quiera, con Israel, desde el hecho de que este país surgiera también como consecuencia de un legítimo anhelo de construir un estado judío en una tierra a la que este pueblo siempre ha estado ligado históricamente, como por la deriva que ha llevado el nacionalismo judío, el sionismo, desde la creación de este estado a costa de sus vécinos árabes.

Ducho esto, hace ya una semana que estaba dudando hacer o no una entrada a cuenta de un artículo aparecido en El País, El día de la 'Nakba' y del engaño de Ben Dror Yemeni, aparecido primero en un diarío israeli. El artículo tiene por tesis lo siguiente: El mito de los refugiados palestinos es el mayor éxito de la historia moderna; un éxito que es una absoluta impostura. Fueron ellos los que declararon la guerra. Y no existe eso que llaman "derecho al retorno. Y de esta guisa el analista israeli se dedicaba a argumentar la culpa única y exclusiva del pueblo palestino en su expulsión, marginación y miseria. Un verdadero, atroz incluso, acto de cinismo intelectual que tiene como objetivo no sólo sembrar la duda acerca de las legítimas reinvindicaciones de los palestinos, sino algo todavía mucho más terrible, canalla, asqueroso, que es reprochar a la víctima su condición de tal, algo que por nuestros pagos todo el mundo tiene claro que es de una mostruosidad absoluta, pero que en lo tocante al conflicto palestino-israelí no parece tanto.

Con todo, no se trata de un hecho aislado, todos los verdugos, los opresores, procuran tergiversar la historia, forma parte de la estrategía militar tanto o más que la de los tanques. Sin embargo, hay que ser muy crédulo o indocumentado para caer en la trampa de la propaganda política, sobre todo cuando esta historia de la tragedia que derivó del nacimiento del estado judío es de las más documentadas de la época contemporánea. Es cierto que los diferentes países árabes y los déspotas ensorbecidos que los gobernaban, y gobiernan, declararon la guerra al únisono al estado recién nacido, pero lo es tanto o más como que aprovechando la amenaza de una invasión árabe, el ejército judío, o más bien su retaguardía de fanáticos, llevó a cabo una concienzuda limpieza étnica con la excusa de la defensa estrategica y otras mandangas. Por haber hay hasta unas cuentas masacres al más puro estilo nazi en poblaciones palestinas llevadas a cabo por oscuros grupos sionistas con la complicidad de los dirigentes judíos del momento. El resto del árticulo con sus argumentos para justificar la negativa del actual ejecutivo israelí a reconocer la Nakba, la expulsión de la mayoría los palestinos de su tierra (todavía hay más de un millón que insistió en quedarse y no precisamente en condiciones de igualdad con el resto de los ciudadanos israelís por mucho que digan lo contrario, y a las declaraciones de los líderes árabo-israelís me remito). No quieren hacerlo, y probablemente no lo harán nunca, porque al hacerlo pondrían en tela de juicio el mismo nacimiento del estado sionista.

No pasa nada, uno está convencido junto con la inmensa mayoría del globo terrestre que el estado israeli es un hecho consumado, que su supervivencia es un derecho legítimo de sus ciudadanos tras décadas y generaciones de israelís defendiéndolo. Otra cosa es el cómo y a costa de qué y sobre todo de quiénes. Israel fue reconocido por la ONU al día siguiente de su autoproclamación como tal. Luego vino lo que vino, la rabía legítima y homicidida de los árabes que veían cómo el mundo toleraba e impulsaba la existencia de un estado judío en tierras que desde hacía siglos ocupaban sus hermanos. El resultado de las guerras árabes-israelis no sólo fue la victoria de los últimos sobre sus enemígos, también fue el principio de la política israelí de pasarse por el forro de los cojones todas las resoluciones de las Naciones Unidas, de aprovechar la coyuntura bélica para anexionarse territorios y expulsar a todos los que no fueran de su agrado. Las fronteras reconocidas al estado judío no coinciden con las que ellos se han dotado a golpe de bayoneta y contra toda resolución de la ONU y por el estilo, son ante todo el resultado de un ideario nacionalista que habla del Gran Israel, el cual no sólo comprende toda Palestina como si no existieran los árabes, sino también todos aquellos territorios estratégicos como los Altos del Golán en Siria.

Esa ha sido la Historia del expansionismo israelí, sus consecuencias una Cisjordania ocupada, una Gaza masacrada, millones de palestinos refugiados, la opresión y marginación diaria de todos aquellos que viven bajo su mando, varios millones de seres humanos encarcelados en su propia tierra, ahora encima detrás de un muro. En esta historia no hay lugar para remilgos por parte de los israelis, cómo van a tenerlos si dicen sentirse una gota en medio de un océano árabe-musulmal, si además tienen la coartada de la culpabilidad occidental por lo del Holocausto. De ese modo hacen y sobre todo deshacen a su antojo, la defensa de los suyos siempre como excusa aunque luego se trate más bien de ir ocupando tierras que no les pertenecen, de expulsar a los que las ocupan para levantar sus asentamientos a gusto de sus fanáticos religiosos y no. No van a parar porque se creen ungidos por la providencia como lo estuvieron en su tiempo los verdugos de sus padres y abuelos, los nazis para los que no existía otra voluntad que la propia, para los que no había más ley que la de la fuerza. Por eso Israel sobre todos, indiferente a las leyes internacionales, a las condenas de todo el mundo. Una vez asumido esto no nos llevemos las manos a la cabeza porque éramos tan ilusos que pensábamos que un estado presumidamente democrático, casi tan occidental como los nuestros, sería incapaz de atacar a una flotilla humanitaria, a liarse a tiros con gente armada únicamente con palos e indignación.

La desvergüenza del estado judío, su cinismo, está cada vez más cerca de aquel otro del Tercer Reich y sus inmorales y criminales dirigentes. Los ejemplos son ya inagotables, desde la desvergüenza del ejército israeli argumentando que dispararon porque se vieron atacados y ahí tenemos las imágenes que lo demuestran, que manda cojones, abordas a lo pirata un barco en aguas internacionales y encima te quejas porque te reciben a palos, con champán y jamón ibérico les habían tenido que recibir a bordo, no te jode; hasta la de pretender reescribir la historia para consumo exclusivo de esa particular especie de ciudadanos occidentales que con la excusa de defender la existencia del estado judío lo hace también de todos sus desmanes y siempre blandiendo el miedo al terrorismo islamismo, en realidad, porque estas son las luminarias que confunden intencionadamente a churras con merinas, a suicidas asesinos con víctimas de la intifada, a los pobres del tercer mundo sin excepción, a los más débiles, que por algo, curiosa coincidencia, pero que mucho, la mayoría de ellos son neocons o por el estilo a lo Aznar, Esperancita y compañía. Así tenemos a los lumbreras de Telemadrid, Intereconomia, La Razón, La Gaceta, El Mundo o la Cope, para justificar o disculpar el ataque israelí a la flotilla, que poco más han dicho que de pacifistas nada de nada, terroristas de Hamas, traficantes de armas y no sé cuántas otras barbaridades más, viva la propaganda. Llama la atención porque toda está gente resulta más papista que el Papa si se tiene en cuenta que la mayoría de ellos están en franca contradición con la de muchos ciudadanos israelís para los que la política de su gobierno es, como decía el Hareetz en su versión inglesa en internet, no ya equivocada, sino estrictamente estúpida para los propios intereses israelís. No importa que entre los miembros de la expedición humanitaria hubieran destacados intelectuales judíos avergonzados de la política israelí, varios premios Nobel, un famosísimo escritor sueco y otras tantas personalidades más, todas ellas, por supuestísimo, peligrosos terroristas de Hamas. La propaganda es lo que tiene, aunque tampoco hay de qué preocuparse porque esos mismos medios israelís a los que me refería reconocen a las claras que la batalla mediática la tienen definitivamente perdida desde antes ya de la última guerra del Líbano, esa en la que los descendientes de los pocos judíos que pudieron salir corriendo de sus hogares europeos para evitar ser asesinados por los nazis se dedicaron a bombardear a la población civil de Beirut y otra ciudades libanesas, los mismos que hicieron otro tanto, si bien con especial saña y cinismo, no hace mucho en Gaza, echando incluso la culpa de las bajas civiles que causaban sus balas a los propios palestinos. El mundo entero, con la preocupante excepción de Estados Unidos, tan aliado como cómplice de Israel, tan presa de sus propias paranoias como éste, repudian la ocupación de Gaza y Cisjordania, condenan las atrocidades de unos y otros, exigen una verdadera paz, esto es, una paz justa.

Que luego EL PAIS de pábulo a la propaganda israelí en su versión más chabacana, más repugnante incluso, ya es un problema de conciencia. Habría que ver si sería capaz de publicar otro artículo en el que no sólo no se condenara el Holocausto sino que incluso se acusara a los propios judíos de inventárselo. Pero eso no va a ocurrir, sería un escándaloso, en algunos paises hasta es un delito.

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