miércoles, 30 de junio de 2010

DE PARIENTES, CURAS, MULÁS Y OTROS TARADOS


Llevo menos de tres días en casa de mis padres y ya estoy de los nervios. Por un lado, se me había olvidado la manía de mi señora madre de hacer de apuntador todo el rato, es decir, de estar todo el puto rato detrás de uno diciéndole no sólo lo que tiene que hacer uno o le apetece, sino además retrasmitiendo lo que va a hacer ella, que está uno frente al ordenador haciendo sus cosas y de repente la señora que si el zumo, que si cómo quieres la merluza, que si no tienes luz, que si sube más la persiana, que si te lavo esto o lo otro, por qué no te compras ropa... Joder, joder, pues la primera, la segunda y hasta la tercera vez soy capaz de responder educada y hasta cariñosamente, pero es que a la cuarta preguntita seguida ya me se me nubla la vista y me entran ganas de girarme sobre mi silla y mandarla a tomar por culo a ella y a mis propósitos de ser un buen hijo y todas esas memeces.

Luego está lo del ordenata, que llevaba dos días de lujo con el que se ha comprado mi viejo para nada, para nada porque lo compró para internetear, vernos en el Skype, y aquí siguen sin línea fija, wifi ni nada parecido. Por si fuera poco, y aunque espero colgar esta entrada de un momento a otro, el orange everywhere ese de los cojones se coge de pena en Berroztegieta y me temo que en la mayoría de los alrededores (al menos mi amiga Vr. asegura que en Buruaga, a otro tiro de piedra desde V-G, otro tanto). En fin, y por si no fuera poco lento ya, resulta que hoy me pongo a currar y me encuentro el Word ese todo molón último modelo de mi viejo bloqueado, que no se puede escribir ni una línea, y no se trata del teclado ni nada parecido, el Word Oficce ese de los huevos.

Total, que tengo que ponerme en el ordenadocito, este con el que ahora escribo, que si bien puedo conectarme mejor al everywhere y le funciona el Word, resulta que se va cada dos por tres porque lo tengo completamente descacharrado, que puede que esté un raro largo sin saltar como que lo haga cada dos por tres, una verdadera tortura sicológica en cualquier caso. Si al final consigo colgar más tarde esta entrada de mierda, espero no acordarme de los acopios de paciencia infinita que he tenido que hacer mientras se bajan las páginas todo en alternancia con una ristra ilimitada de cagüendioses y puñetazos en la mesa que me ha costado…

En fin, entre eso y la sensación de aislamiento infinito al no tener coche a mano, que me imagino que estoy recluido en un manicomio o algo por el estilo, y sólo hay que ver a mis padres para darse cuenta de hasta qué punto no exagero, una semana más a merced de sus rencillas y manías de viejos y doy en loco seguro. Suerte que aún así he podido salir todos los días con Mr. El lunes bajamos andando hasta Vitoria por el bosque de Armentia, experiencia que cuento en la anterior entrada, para ver al amigo Luís que se le rompió el talón y ahí estaba recluido en su casa, que lo tuvimos que sacar a la terraza de Los Amigos a tomar unas cañas, al menos mientras se pueda seguir bebiendo alcohol en esa zona junto a Barrenkale, ya desde hace mucho Zoko Berri o Nuevo zoco, que a saber con tanto moro malencarado y tanto talibán de chilaba y larga barba suelto que circula por ahí –ya contaré otro día algún chascarrillo sobre este particular-, si bien la mayoría se dedica a sus asuntos, que son los te todos, la brega diaria con el sali adelante y meter cuanto menos ruido mucho mejor. Otra cosa es cuando al socaire de una más que evidente y también pausible tolerancia hacia los individuos de todas las culturas, cuestión que nos honra pero que también nos confunde, acabamos tragando con actitudes o costumbres que creíamos desterradas para siempre de nuestro entorno, o siquiera sólo en franco retroceso, entre ellas el reconocimiento de los derechos y libertades de las mujeres, homosexuales y otros colectivos que la religión en cualquiera de sus variantes han machacado desde hace siglos. La española no es ni de lejos una verdadera sociedad laica, pero aún así la Mala Madre Iglesia que hasta hace cuatro telediarios se ensoñereaba de las almas de todos, creyentes y no, ha tenido que claudicar en casi todos sus privilegios. Por eso resulta cuanto menos alarmante que ahora vengan de fuera, no los emigrantes en sí que tienen el derecho a buscarse el pan donde mejor les venga, sino los mulás o curas que les siguen con el único propósito de extender la tutela a la que los someten en sus lugares de origen hasta estos otros de acogida. De ese modo tenemos mulás que se atreven a ejercer una especie de justicia paralela en territorio español sobre miembros de su comunidad, casi siempre sobre las mujeres, que arremeten contra las meretrices o bares de su barrio porque no les gusta, que exigen lugares especiales, esto es, aparte del resto de los ciudadanos, porque asi lo prescribe su religión, verbigracia, piscina en exclusiva para sus mujeres y otras cosas que de momento no pasan de la categoría de anecdota. Uno tiende a pensar que recién llegados al amago de sociedad de bienestar que es la nuestra piensan que todo el monte es orégano, y a veces incluso con razón, porque si las autoridades son tan receptivas a los antojos de la Iglesia Católica, ellos, que también son ciudadanos de pleno derecho una vez obtenido el papelito correspondiente, también pueden reclamar una atención similar, faltaría más, los seguidores de Alá van ya para dos millones y de ellos casi doscientos mil españoles de bonne souche que se dice. Y puestos ya sólo falta esperar a los protestantes, los ortodoxos, los hinduistas, los animistas, los cientologos con el Cruise a la cabeza o los adoradores del dios Maradona... Será por crear puestos de trabajo de profesores de religión en las escuelas públicas... Otra cosa es que en mi opinión ni lo uno ni lo otro debería ser lo normal, o dicho de otra forma, que ya me gustaría que la nuestra fuera de verdad una sociedad laica, la religión en la casa de cada cual y de su bolsillo, siquiera a la francesa, antes ciudadanos que creyentes o cualquier otra cosa. Vamos hacia atrás y mucho, como que en cualquier momento nos damos de bruces con el Medioevo.

En todo caso, contaba Luís que a las mañanas allí mejor al sol que viendo la tele, trapicheo y acción policial en vivo, amén de alguna que otra jarana con la morisma en el centro cívico de Aldabe, por aburrirse que no quede. En cualquier caso resulta una gozada ahora en junio poder callejear por Gasteiz, tomarse unas birricas o lo que sea, precisamente lo que más echo de menos en esta especie de internamiento para tarados en mitad del campo, acostumbradito como estoy a bajarme a comprar el periódico y tomarme mi café por la mañana en el cafeto de siempre, darme el garbeo de las tardes, la pinta de lúpulo o la botellina de sidra. Pero qué digo, ahorita mismo ducho al mono, lo visto y a zapatear por el bosque hasta Vitoria, vamos...

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