viernes, 28 de febrero de 2014

FUENTEOVEJUNA



Simplemente alucino con lo de Alcazar de San Juan. La protesta es de tal magnitud que, oye, a poco que el señor alcalde conozca a sus paisanos, y sin necesidad de pasar lista ni nada por el estilo, seguro que ya se ha dado cuenta de que, por estar, están casi todos allí en la plaza del pueblo protestando contra su decisión de privatizar las aguas municipales. Pero a él y a los suyos se la traen al pairo, dicen que es el anterior alcalde, sociata, el que los manipula, cordericos. Él ya han tomado su decisión, a saber si también firmado su acuerdo bajo mano. No se va a echar atrás, claro que no, eso sería algo así como rendirse a la anarquía o al soviet de turno. Y claro, llegados a este punto, seré de una ingenuidad supina, puede que un talibán de lo que considero vivir en democracia o vete a saber; pero, eso de que un cargo público tome una decisión a espaldas de la mayoría de sus paisanos, pues mucho sentido no me parece que tenga, más bien apesta a despotismo poco o nada ilustrado. Eso siquiera en cuanto al fondo, que sí, ya sabemos que la ley los ampara, a ella se agarran como garrapatas. Pero el fondo, joder con el fondo, ¿es que el señor alcalde no está al servicio de su ciudadanía, no se supone que trabaja para ellos? ¿Entonces cómo se entiende que actúe precisamente en contra del mismo? Será que no, que no se entera la chusma enfurecida que llena la plaza de su pueblo, que los pobrecicos no saben que él privatiza el agua por su bien, para que paguen menos y tengan mejor servicio, que ya luego lo que piensen o quieran pues como que se lo pasa por el forro de sus santos cojones como digno heredero de aquel Comendador que inmortalizó Lope de Vega. Pues nada, majo, ahí tienes tu Fuenteovejuna. A ver, a ver, segundo round tras lo de Gamonal en esto de basta ya de que los mandamases de turno y de todas partes se crean que la impunidad para hacer y deshacer a su antojo les viene con el cargo, vamos, igualicos, igualicos que en el XVI-XVII. 

*Todo eso sea escrito con el permiso, o más bien no, de aquellos a los que comentar la actualidad, o más despotricar contra ella, les parece fuera de lugar, de poco gusto, cuando no de cobardes agazapados delante de la pantalla de un ordenador, que estaríamos mejor hablando de la magdalena de marras. Pues va a ser que no.

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