La noticia no es que este señor
de la foto, el Gran Timonel de los suyos, el Sagasta por excelencia de esta segunda
Restauración Borbónica y eterna X por despejar, fuera o dejará de ser un
furibundo falangista en sus años mozos, que oyes, todo el mundo tiene derecho a
cambiar, a evolucionar, rectificar, estaría bueno que no se pudiera, máxime en
un país como España en el que, quien más quien menos, siempre tiene algo que
ocultar o de lo que avergonzarse, y ya se sabe, de sabios es… No,
esa no es la cuestión, esa es la anécdota en blanco y negro, la verdadera cuestión, la gran pregunta es por
qué este señor se apresura a remover Roma con Santiago para evitar que la foto
salga a la luz, y, sin embargo, no haya tenido empacho alguno en que la otra
que acompaña esta entrada haya aparecido en todos los medios habidos y por
haber. Yo diría que se trata de una declaración de principios, de que uno se
retrata según sus vergüenzas, y por lo que se ve de la primera sí lo hace,
menuda mancha para su historial, tan orgulloso y sobre todo obsesionado que
debe estar el interfecto con su papel en la Historia, tan esclavo de su
posteridad. La otra, en cambio, pues mira, a mayor gloria también de esa imagen
de vividor, de triunfador de la peor calaña, que tanto parece gustarle
cultivar, pensará que los que le critican su falta de coherencia como líder de
la izquierda lo hacen por puro sectarismo, pobrecicos, se quedaron en el Mayo
del 68, y los otros, si lo hacen o cuando lo hacen, porque les reconcome que
uno del otro bando se pavonee como lo haría, o les gustaría hacer, a cualquiera
de ellos, vamos, como si la estampa les perteneciera en exclusiva.
Luego ya se podría hablar de lo
que encierra ese pujo de personajes como el que nos ocupa en hurtar a la
opinión pública de datos o imágenes que ilustran, o más bien describen, a
aquellos que nos han gobernado, también reinado, y sobre todo despreciado como ciudadanos hasta la nausea. Da para sospechar de la
impunidad con la que nos han estado mangoneando durante todos estos años con la
excusa, alentada por todos los medios a su alcance, de que todo lo que hacían
era por el bien de España y nosotros apenas una masa de indocumentados. Y puede que hicieran mucho y bien, claro que sí,
mucho hemos cambiado y a mejor, siquiera ya sólo en comparación con de donde
veníamos. Pero ese no es tema, nadie niega lo bueno que se haya podido hacer en estos años, lo
que indigna es que se utilice como excusa para ocultar o disculpar todo tipo de
tropelías que ahora conocemos al amparo de esa impunidad de facto en la que han vivido instituciones
como la monarquía. Luego no es de extrañar que otros, a poco que se arrimaran
al poder, resolvieran que a ver por qué ellos no, si los demás lo hacen, si no
pasa nada, si hasta me lo merezco. ¿Moral, ética, principios? Fíjate bien en la
segunda foto, el personaje parece que se los ha comido todos.
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