lunes, 17 de marzo de 2014

EL ESTADO DE LAS COSAS


Pues nada, es que ya no sabes ni qué comentar, nada que no se haya dicho o escrito antes, casi también que sin ganas para el exabrupto de rigor, el exabrupto instintivo, un juramento a tiempo. No hay palabras porque están gastadas. Ya sóloqueda, y como mucho, infinita ingenuidad, sí, lo sé, acertar el tiro cuando uno vaya a echar la papeleta, a ver si hay suerte y rompiendo este bipartidismo de la Segunda Restauración borbónica se ponen en serio a lo de las reformas, de raíz, tiene que ser desde la raíz a la cabeza, y siquiera ya sólo porque al PPSOE le aprietan por sus dos flancos. Porque sí, tiene que haber gente decente dispuesta a cambiar de raíz este estado de cosas, gente que no traga, lo suficientemente, no ya ingenua, sino valiente para ir poniendo cascabeles a cada gato. No puede ser posible que el conjunto este formado por hijo de putas en mayor o menor grado, que no haya nadie dispuesto a lanzárseles al cuello, metafóricamente hablando, claro, de momento. Lo contrario es resignarse a rumiar para nuestros adentros ese asco indecible del que hablaba el maestro, con perdón. Y eso por no hablar de aparcar la esperanza en cambio alguno por las buenas, por las urnas o como sea, o lo que es lo mismo, entregarse a la resignación, desesperación, de que el actual estado de cosas no hay quien lo enmiende, siquiera por que no hay mimbres con los que hacerlo, todo está podrido de los pies a la cabeza, tenemos lo que nos merecemos porque somos iguales que ellos, porque nos viene en el código genético de las sociedades mediterráneas condenadas a repetir sus errores, a eternizar su vicios, a apostar siempre por lo peor y encima regocijarnos de ello, no lo saben poco ni nada los de Campofrío. Eso o sentarse a esperar que estalle lo inevitable, probablemente todavía más dolor e injusticia porque así suelen ser las cosas cuando se acaban las palabras. Pero no, se me olvida, ésta y otras son pejigueras de calientasillas con mentalidad de perroflauta, bienpensante frente al ordenador, buenista desfasado, objeto del desprecio de los que no quieren saber nada de problemas, que no les hablen de política, ellos a su diletantismo. Ni pasa ni va a pasar nada porque la peña está a sus cosas del día a día, muchos confiando en esa recuperación económica que les saque del agujero, puede que hasta que les distancie de otros todavía en peor lugar que ellos, y una corruptela más o menos, un abuso más o menos, una tomadura de pelo más o menos, no echa abajo el castillo de naipes. Es lo que hay, lo que nos merecemos, sobre todo si no lo enmendamos.

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