jueves, 27 de marzo de 2014

UN EMPRESARIO HONRADO



Supongo que si yo fuera un empresario madrileño, alguien que procura vivir de su trabajo, ganar lo máximo posible para poder llevar una vida todo lo cómoda que quisiera, acaso también para que otros la tengan, alguien en cuyo horizonte vital no estuviera sólo hacer caja sino también otros principios como ser una persona honrada, justa, decente, alguien que aspirara a conducirse por la vida de acuerdo a un código ético en el que se discerniera a la perfección lo que es lícito o no en la consecución de determinados objetivos, vamos, que si yo fuera todo eso por una remota casualidad biológica, poco importa si debido a una tara de nacimiento o ya de mayor, algo así como haberme hecho cuáquero con la edad, teista o no, hoy me sentiría profundamente abochornado de que mis colegas empresarios de Madrid, esos que seguramente me tildan a mis espaldas de un bicho raro, puede que de verdadero "tonto del culo", "¿pero éste de dónde ha salido?", hubieran reelegido como su/nuestro presidente a un tipo como Arturo Fernández. Un tipo que paga en negro a sus trabajadores (el muy figura no se cortó nada en declarar a la prensa en su momento que "yo no me fiaría de un empresario que paga en negro a sus..."), que se va de Ifema sin pagar a otros, que adeuda millones a la Agencia Tributaria, que está imputado en la causa que instruye el juez Fernando Andreu para investigar la fusión y salida a Bolsa de Bankia, que decía desconocer a su hasta entonces estrecho colaborador Alfonso Tezanos, el principal acusado en el fraude de los cursos de formación que la Comunidad del Madrid pagaba a empresarios, que ha estado sospechosamente siempre al arrobo de sus amigos del PP. Puede también que esos mismo compañeros me hubiesen reprochado mis recelos, pejigueras de puritano pasado de rosca dirían ellos seguramente, y entonces yo me habría visto obligado a recordarles aquello tan manido de que la mujer del Cesar no sólo tiene que ser honrada sino también parecerlo. Pero claro, ¿alguien me habría hecho caso? O aún más: ¿de verdad existo?

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