El ministro Montoro, un tío que tenía una asesoría para ayudar a los más pudientes a pagar menos impuestos al mando de la hacienda; su antigua asesoría aumenta sus ingresos al poco de llegar él al cargo. El ministro Morenés, un alto cargo de la empresa armamentística, de una en concreto que lleva firmados no sé cuántos contratos con Defensa desde que su antiguo empleado está al mando. El ministro Soria, se carga las renovables pasándose por el arco del triunfo los informes con tal de complacer a las eléctricas, el ministro de economía, Guindos, un antiguo ejecutivo de Lehman Brothers, la financiera que dio el pistoletazo de salida a la crisis por sus malas prácticas profesionales. La anterior ministra de Sanidad, Ana Rata, dimitida por no enterarse de nada mientras disfrutaba "indirectamente" de los "regalitos" de la Gürtel, el Wert y su empeño en que la cultura y la educación vuelva a ser lo que era, el coto de unos pocos privilegiados como él y su señora, otros tantos al cargo de ministerios en los que sus antiguas empresas o negocios tenían algún interés, ministros que vuelven a la fe verdadera tras ver a la Virgen en Las Vegas, ministros que construyen cuarteles en el pueblo de su padre y donde tienen a su madre en una residencia, ministros a los que les persiguen la sombra judicial de los chanchullos que hicieron cuando eran alcaldes de su pueblo, ministros de Rajoy que...
¿Es posible semejante elenco de ignominia en un solo gobierno? ¿Es este el verdadero retrato de la democracia española? ¿Nos lo merecemos? Que también los hubo antes metidos en asuntos sucios, incluso condenados a penas de prisión y tal. Sí, por supuesto, a un lado y otro del bipartidismo de esta segunda transición borbónica. Pero, en serio, ¿esto de ahora no es algo así como el cenit de la desvergüenza y el oprobio? ¿No se asemeja a un "todo vale" porque hasta ahora ha valido todo y por muy descarado que sea también todo tampoco va a pasar nada porque para algo hemos hecho norma del desafuero continuo? En fin, y entre tanto ellos apelando al sentido común de la mayoría silenciosa que no se mete en líos, la que está a verlas llegar, la del Virgencita que me quede como estoy, que vienen los de Jorobemos, que decía el presidente del Instituto de Empresa Familiar (IEF). Nada como un enemigo todavía indefinido, casi que inconcreto, bisoño y marcado por diferentes pecados originales al gusto de cada cual, para extender la idea, no sólo de que los pecados que de verdad importan son los de puros, esto es, que lo de Monedero tiene la misma categoría que lo de Montoro o Morenés e incluso más por atreverse a señalar a otros, sino que todo cambio será a peor, que mejor la mierda a la que estamos acostumbrados que la que podría estar por venir. La estrategia de miedo, y también la del desprecio hacia el indignado de verdad, cuyo fin último no es deslegitimar una opción de cambio concreta, sino todas las posibles. Basta con extender y afianzar en el imaginario colectivo la idea de que lo único sensato, inteligente, es seguir el juego a los de siempre, los que se benefician de verdad del actual estado de las cosas, que si eso igual cae alguna migaja, eso si no montan otra burbuja y entonces...
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