martes, 3 de marzo de 2015

TIRANDO DEL CARRITO DE LA COMPRA



El garaje de mi edificio da a una calle en la que han metido toda una rotonda delante de nuestras narices haciendo que el acceso a la verdadera vía pública sea a través de una pequeña y sumamente estrecha calzada. A esto hay que añadir que justo al lado de la entrada al garaje están haciendo obras para reabrir un maxi-chigre o algo así, lo cual implica que los diferentes gremios dejen aparcados sus vehículos, no sólo en doble fila, sino incluso, y ya casi que por norma y para enfado monumental de los vecinos, justo al lado de la verja que separa las obras de la rotonda. De modo que si la calle ya es estrecha de por sí, pues oye, ahora cada vez que sacas el coche una carrera de obstáculos. Y en eso estaba hoy a la mañana, cagándome en todos los muertos del capullo jetudo que había dejado su "fragoneta" justo enfrente de la puerta del garaje y que por poco no me dejaba girar con la inestimable colaboración de otro vehículo aparcado en doble fila al otro lado, cuando, de repente, veo que una señora se dirige hacia mí tirando de un carrito por mitad de la carretera. Me digo que ya se subirá a la acera antes de llegar a mi altura, que si va por dónde va es porque al comienzo de la calle, y por culpa de las obras y los vehículos que la ocupan entera, no hay acera alguna. Pues no, la tipa que sigue todo pancha hasta que casi se da de bruces con el guardabarros de mi coche. Y en eso que le veo que levanta la cabeza, que me mira a través del parabrisas, que me mira patitiesa y ojoplática. Tanto que me hace dudar de que lo haga del susto al verse sorprendida por un coche que por poco se le viene encima. No, qué va, ese gesto de desconcierto infinito que se adivina en su rostro no responde tanto al susto de saberse en un tris de acabar debajo de las ruedas de un coche, como a la incertidumbre de si en realidad es la vida la que le ha pasado por encima: "¿pero yo no había sacado una carrera de químicas, pagado un máster en materiales compuestos, estudiado cuatro idiomas y obtenido una beca para...? ¿Acaso el sueño de mi vida no era convertirme en la bailarina del vientre más famosa de la Cornisa Cantábrica? ¿A dónde voy yo ahora con el carrito de la compra lleno de comida para los niños y ese "babayu" tragaldabas que conocí en el instituto y que me preñó del primero la misma noche de boda? ¿Los dejo plantados y emigro a Alemania a ver si encuentro algo de lo mío? ¿Vivir es un camino de dirección única? ¿No hay rotonda que valga en esto de la vida?" Y claro, cómo iba yo a tocarle el claxon en ese momento, ni siquiera hacerle un aspaviento para que recondujera su carrito de la compra hacia la acera. No, nada de eso, tan sólo un halo de profunda y sincera solidaridad a través de la luna del coche.

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