sábado, 23 de octubre de 2010

EUROPEAN GREEN CAPITAL





Sé que a primera línea puede parecer una noticia puramente terruñal, local y poco más, pero no es así,se trata de celebrar el nombramiento este jueves en Estocolmo de mi ciudad como EUROPEAN GREEN CAPITAL, sede de todo el rollo verde-ecológigo-sostenible para el 2010, esto frente a ciudades como Barcelona, Nantes, Reyjkavik o Mälmo. Un título que dejará indiferente a la mayoría que nos leen, pero que aún así significa la presencia en primera línea del escaparate internacional de una pequeña ciudad española de 250.000 habitantes. La cosa traerá congresos y jolgorios varios relacionados con lo verde, pero sobre todo la exportación-publicitación de nuestra ciudad como modelo de gestión eco-sostenible más allá de la también pequeña Europa.

Y qué tiene de especial esta pequeña ciudad del norte de España, capital artificial de un país singular que decía la canción, ensimismada en su propio alto nivel de vida, secularmente acomplejada por su vecina Bilbao, incapaz de quitarse del todo ese espíritu cerril y rústico que nuestros padres trajeron del campo a la ciudad, ciudad antaño lévitica de curas y militares y hoy otro tanto de levítica pero ya de funcionarios y políticos vascongados, ciudad en la que conviven el hálito de la rutina de su centro decimonónico con su particular tontódromo provinciano, su casco viejo en eterno despegue turístico con borrón y cuenta nueva tras años de insurgencia de pacotilla, el potencial económico de las empresas con horizontes internacionales de sus amplios polígonos industriales. Pues que durante décadas ha mimado y potenciado una ciudad llena de espacios verdes, La Florida, Arriaga, San Martín, El Prado, Aranbizkarra. ... que fue la primera en poner coto al automovil, en realidad la primera en muchas cosas a las que luego se han apuntado otras pero que en su tiempo les sonaban a pijadas al por mayor, a jugar a ser más europeos que los de Munich, primera en ofrecer alternativas al transporte privado con el tranvia como colofón de todas estas, ciudad de bicicleros y bidegorris (carriles para bicis) en cuidar desde la calidad del agua que bebemos al del aire que respiramos, a potenciar el deporte hasta extremos de demencia enchandalada, centros cívicos en cada barrio y equipados con todo, a la gestión concienciada de sus residuos, a la oferta de itinerarios y areas de expansión en los alrededores campestres, y sobre todo, a la creación de un anillo verde que rodea la ciudad en una sucesión de parques periurbanos, Salburua, Zabalgana, Armentia, Olarizu, Gamarra, paseos alrededor del río Zadorra, humedales donde anidan multitud de especies, donde pastan ciervos, pasean jubilados, follan unos pocos entre los matorrales, bosques de quejigos, arces, zarzamoras, majuelos, hayas, acebos, zurbales (serbales), brezos, escobizos con sus ciervos, jabalíes, ardillicas, kirikios, sagundillas, micharros, rapaces, jilgueros, pinzones, petirrojos, carboneros sin Iker Casillas y otros bichejos, rios y arroyos con sus loinas y ezkallus...

Está bien, muy bien, que de vez en cuando haya noticias que celebrar, luego a saber en qué da la cosa ésta de la ciudad verde europea, que seguro que da en algo, siquiera la propina en beneficio de la hosteleria local, fijo que a los que vengan con la tarjeta del congreso correspondiente colgada del cuello los van a forrar, hasta los pasearán hasta alguna bodega de la Rioja Alavesa para lo de rematar la faena en plan ecológico y tal, entre viñedos, hasta se les puede dar una vuelta por todo el patrimonio artístico-histórico que parece que sólo se empeñan en conocer cuatro gatos, desde los dólmenes a las bodegas de diseño pasando por todo el románico-gotico y lo que se tercie, será por iglesias...

En fin, que como este blog va de quejas de lo único que puedo quejarme es de la habitual indolencia de mis paisanos hacia las cosas de su ciudad, ese no saber o no querer lo propio, el no molestarse incluso en conocerlo y aún así renegar de todo, esa irritante tendencia a verse siempre en pequeño, a poner pegas por todo o discutir pijadas,no darse ni la importancia que se merece. Puede que sea una actitud como respuesta a la insoportable vanagloria de nuestros vecinos bilbainos, la reacción natural ante la vergüenza ajena que provocan estos con su infinita y vacua arrogancia, será también que muchos vitorianos ni siquiera se sienten como tales incluso habiendo pasado más de tres cuartas partes de su vida en la ciudad, que su horizonte vital, emotivo, ciudadano, sigue siendo el pueblo del que salieron en exclusiva, será también que en eso consiste el abismo generacional entre estos y sus hijos o nietos que han disfrutado desde pequeños de un nivel de vida que para sí quisieran otros menos pejigueros, será que hay que salir fuera para empezar a apreciar lo propio.

De todos modos, cómo de merecido e importante será la cosa que hasta el impresentable de Azkuna se ha dignado en felicitarnos...

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