martes, 19 de octubre de 2010

NO SE PUEDE SER TAN TXOTXOLA


De regreso a casa, justo cuando voy a girar para meter el coche en el garaje, un coche que me bloquea la entrada mientras espera a que el semáforo se ponga en rojo. Como tiene espacio de sobra para dejarme pasar le hago un gesto con la cabeza para que por favor se adelante un poco. Ni puto caso. Entonces reparo que dentro hay una chica rubia, muy joven, muy guapa, muy estilosa todo ella. Me mira con disgusto y al rato gira la cabeza, de nuevo ni puto caso. Yo insisto con el claxón, qué coño, es su obligación dejarme pasar si hay sitio. La pava que me vuelve a mirar toda indignada, qué querrá ese baboso, es que voy a tener que hacer caso a todos los viejosverdes que se extasían con mi belleza en la plenitud de mi vida o qué, si se le nota en el careto que es uno de esos maduros salidorros, insatisfechos, pajilleros a los cuarenta, como me vuelva a pitar llamo a un guardia. Y como insisto con la bocina la candidata a joven ejecutiva del año me vuelve a mirar toda digna como si ya hubiera rebasado el límite de lo libidinosamente aceptable. Entonces va la pava y se da cuenta de que, vaya por dónde, que va a ser que no me la quiero subir a un hotel o nada parecido, ni siquiero babeo ante su insultante lozanía como todo tío permanentemente en celo, que igual hasta no es verdad aquello de que todo hombre es un violador en potencia, que sólo quiero que me deje entrar al garaje. Exacto, que más que potxola eres una txotxola, lo que en mi tierra suele significar algo así como "de lo guapa que te crees pareces boba". Pues eso, en la plenitud de su bobería.

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