domingo, 24 de julio de 2011

AYER SÁBADO



Dicen que Any Winehouse irá a unirse al parnaso en el que ya están Janin Joplin, Morrison, Kurt Curtain y compañía. Valiente consuelo para los que admirábamos su voz y nos quedábamos perplejos ante el enésimo ejemplo de autodestrucción por entregas de un artista del shown bussines este de la música.

En fin, poco más se puede decir al respecto la verdad es que el mismo éxito, hit, que la catapultó a la fama lo dice todo sobre la que fue la resucitadora del soul como género, como que nunca antes desde los mejores tiempos del mismo se habían escrito letras como la de esta canción y muchas otras de los dos discos que la propia Any compuso con material de su propia y desastrosa vida.

Luego ya, por esto de procurar hacer una entrada diaria buscado un hueco cualquiera a lo largo del día, estaba tentado de hacerlo para hablar de la perplejidad que me sigue produciendo toda la polémica alrededor de la mezquita de Zaramaga en Vitoria. Un El Correo traía un reportaje a dos páginas en el que se recogía, tanto la aparición ayer de pintadas xenófobas en el barrio, las cuales daban más pena que otra cosa por lo mucho de patetismo que tiene todo lo relacionado con esos símbolos neonazis, así como de actual por lo sucedido en Noruega, como las declaraciones de los líderes o responsables de otros cultos que hay en la ciudad y que, mira tú qué cosas, no han provocado nunca rechazo o generado problema alguno, cultos como el ortodoxo de la comunidad rumana y rusa de la ciudad, los evangelistas tan extendidos entre la comunidad negra africana e incluso las experiencias de otras mezquitas de la ciudad, cuya existencia no ha supuesto ningún problema hasta el momento. Siendo esto así, por qué de repente y en un barrio tan peculiar como Zaramaga, barrio obrero y mayoritariamente de emigrantes venidos en los años sesenta de casi todas las partes de España, surge un rechazo tan visceral hacia la apertura de una mezquita. El mismo artículo apunta a lo que ya se ha apuntado antes en otros medios, que qué casualidad que sea precisamente una asociación de vecinos controlada por elementos cercanos al PP la que encabece esta protesta y reciba de inmediato el apoyo y comprensión del recién estrenado alcalde del PP, el cual ya se posicionó tal que así antes y durante la campaña actual. De modo que aviso a navegantes, peligro y mucho cuando se mezcla el populismo electoralista con la ignorancia innata de una población, generalmente envejecida, que lo mezcla todo, el integrismo con el Islam, los moros con los pakistaníes, el 11M con el tipo bigotudo del Kebab de la esquina.

Ahora bien, que uno apele por no perder el norte y recuerde que vivimos en un estado de derecho en el que los ciudadanos no pueden ser sospechosos de nada por pertenecer a este o ese otro colectivo, principio fundamental de una democracia de la que asombra cuánta gente no tiene claro ni lo más básico, no significa que uno comulgue ni con este ni con ningún otro credo, los acepta porque no le queda otra, porque sabe que vivir en libertad y democracia es vivir con diferentes y punto pelota. Lo digo porque luego leo en el mismo periódico al responsable marroquí de la mezquita de Barakaldo y casi me echo a reír, pues una de dos, o el tipo es de una ingenuidad supina que le impide reconocer lo obvio, o lo es de un cinismo mayúsculo que además pretende tomarnos al resto por tontos del haba. Pues no sale el entendido este en la cosa islámica para decirnos que lo suyo ante todo va de amor, paz y respeto al diferente, que el Islam es todo eso y no el fanatismo de los que odian a Occidente y todo lo que representa, la libertad entre otras cosas o la principal, margina o considera a las mujeres seres de segunda categoría y persigue y castiga, siquiera allí donde es la religión oficial, mayoritaria, a los homosexuales, renegados, librepensadores y a cualquiera que se les ponga a tiro. No niego, que lo sé, que existan corrientes del Islam más o menos tolerantes o abiertas a las ideas modernas, que quieren un Islam de puertas para adentro, personal y poco más pero supeditado a las leyes y costumbres de la sociedad en la que se vive. Tratan de confraternizar con su entorno para no sufrir rechazo. En el fondo no deja de ser lo que ha hecho la Iglesia Católica allí donde ha perdido predicamento, intentar contemporizar con los nuevos tiempos. Pero que no nos vendan el cuento de que la religión, cualquiera de ellos y en especial la de los monoteístas, es sinónimo de paz y libertad, la Historia los desmiente de entrada, no les da opción a réplica. De modo que si transigen, si aceptan que otros pueden creer en otros dioses o no creer en nada, que las mujeres tengan los mismos derechos que el hombre, que los homosexuales no tengan que ser perseguidos y los libros que no les gustan quemados, eso lo hacen porque no les queda otra, porque la sociedad civil les ganó el pulso en su tiempo. Por eso es importante recordarlo, para que no nos vendan discursos de baratillo sobre las excelencias de sus credos, que ya sabemos que a la menor de cambio, como crean que pueden hacer algo para remediar el actual estado de cosas y retroceder a los tiempos en los que lo mangoneaban todo a su antojo, te sale un Rouco Varela o un imán como el de Fuengirola, que si no nos queman en las hogueras o nos degüellan como hacían no hace mucho en Argelia, Afganistán, Pakístán, y en general cualquier infierno sobre la tierra acabado en -tan, lo es porque tenemos las leyes de nuestro lado, que de lo contrario…

Pero bueno, no quería y al final me he ido por los Cerros de Úbeda. Si hay que escribir de algo mejor hacerlo de lo bien que lo pasó uno anoche con su santa y unos amigos cenando en un mejicano de lo viejo, de la Zapa para ser exactos. Un coqueto establecimiento de comida mejicana regentado por un simpático señor de D.F. que prepara una salsa de guacamoles genuina, nada que ver con lo que se vende por ahí, eso y las quesillas, los tacos de frijoles con toque de chocolate, con chile para pegar brincos. Todo en un local de apenas seis mesas, estrecho, decorado con curiosos motivos mejicanos y bien regado por un cosechero de la tierra, de Laguardia, que curiosamente se llamaba Poliki-Poliki, que no sé yo si no era una coña o qué, porque eso en vascuence significa poco a poco, despacito pero bien, con cuidadín; pues ni poco a poco, despacito, cuidado, ni hostias en vinagre, tres botellicas que nos pimplamos de lo a gusto que estábamos, las risas que nos echamos y lo animados que nos pusimos. Como que luego hubo gintonics y bailables, quien tuvo retuvo, yo hasta cogí de la cintura a mi señora para darle unas volteretas, puede que sólo unos pisotazos. Qué más da, el caso es que lo pasamos pipa, que se decía antes y hasta sonaba igual de idiota que ahora. Ahora bien, uno que apenas sale de noche para cenar con los colegas, tomar un par de potes antes de despedirse y de vuelta a casa a horas razonables, hacía ya tiempo que como no trasnochaba no veía a la fauna con la que se tropezaba y codeaba en sus años mozos. Algunos no cambian, todo lo más les sustituyen otros, siempre están los viejales con calvas y barrigas que esperan pillar lo que sea esa noche antes de ir al puti de turno, los colgados que observan al resto con desprecio e insuficiencia desde su rincón de la barra porque por lo que sea ellos se deben considerar especiales y no los patéticos gilipollas que nos parecen a otros, los grupos de treintañeras a las que sólo les falta llevar camisetas con la leyenda I hate men o por el estilo, los morroskos llegados directamente de la zona rural para ver cuánto hay de verdad en eso de que las de ciudad son todas unas… e incluso alguna que otra pareja de veintiañeros con una percepción harto exagerada de su potencial seductor, futuros rompecondones antes que rompecorazones, los cuales asaltan a nuestras parejas en cuanto se alejan un poco sus mariditos a sacar la chorra a pasear en el baño. Lo dicho, la fauna de siempre.

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