lunes, 17 de noviembre de 2014

CHÉVERE



Me cambio de cafetería porque la eslava de la otra no sólo no me daba los buenos días o no respondía a mis saludos, sino que incluso me ignoraba olímpicamente junto a la barra atendiendo antes a otros clientes que llegaban detrás de mí. No tengo ni idea del motivo de su reacción, de su maltrato, si ni siquiera he tenido opción de intercambiar con ella media palabra. Pero me la trae al pairo, así que he dejado de acudir a su cafetería y ahora entro a otra que además me pilla más cerca. Y mira por dónde, en la nueva es todo lo contrario, la camarera al mando, una caribeña que hace honor a todos los tópicos al uso sobre la dulzura y espontaneidad de su gente, "burda" simpática (sí, la camarera es venezolana). Tanta es la simpatía de la "chama" que da igual que apenas haya entrado un par de días en su local, ya me saluda toda efusiva ella como a un parroquiano cualquiera. Hoy, sin ir más lejos, me viene desde el extremo de la barra donde estaba hablando paja (pegando la hebra) con unos paisanos y nada más llegar a mi lado me dice no sé qué del "feisbuk". Yo me quedo cortado porque no le he pillado lo que me quería decir, como que hasta dudo de si lo que quería era pedirme que la agregara como amiga o algo por el estilo, yo qué sé. Pero no, en seguida me saca de mi confusión; "que se me pegó la cansionsilla esa del feiskub, tú ya sabes". No, yo no sé nada, tremenda cara de huevón que se me queda. "Sí, mi "amol", esa que dise...

"Voy a borrar mi Facebook 
Ya no contestas mis mensajes 
Ya no compartes mis enlaces 
Y ni hablar del toque que nunca llego"


Yo, evidentemente, no caigo, coño voy a caer si es oír algo de salsa o por el estilo, llevarme las manos a los oídos y salir corriendo. No lo soporto, es escuchar esa música y recordar cada una de las botellas de ron Havana, Cacique y demás trasegadas durante mis periplos transoceánicos. Pues oye, que va la carajita y se me pone a rumbear al ritmo de la canción de marras.

-Estooo, yo un café mediano quería, pues.

-Ya va, no te me arreches, mi amol. ¿Que no te gusta cómo bailo?


-Yo esto... igual un descafeinado.


-No te me ladilles, pana, que ya voy, ya, a prepararte tu cafesito...


Pues eso, yo allí con mi "cafesito" sobre la barra, en plan "mamahuevo", tremendo "conchudo" y así, esto es, pasando de levantar la vista del periódico para no tener que hablar "paja" con la chama, y cavilando hasta qué punto no le convenía más a mi carácter frío y estepario el trato desabrido de la camarera rusa, el cual al fin y al cabo tampoco viene a ser muy distinto del de las de mi tierra. Pero no, si eso ya me acostumbraré. Ya mañana todo chévere, igual hasta le pregunto si hay arepas para desayunar o algo así.

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