miércoles, 20 de mayo de 2015

PERROS EN EL CAMINO - Pedro Ugarte



"Entre los escritores existe una suprema prueba de amistad y que, cosa casi nunca se cumple, determina que las amistades literarias sean escasas. Yo apreciaba a Ramiro porque había sido una persona interesada en mi literatura hasta el punto de editarla. Lo apreciaba movido por la gratitud, pero movido también por un confuso sentimiento de verdad. Sin embargo, si hubiera sido mi verdadero amigo, le habría tenido que confesar que de ningún modo iba a presentar su libro e incluso aconsejarle de que lo mejor que podía hacer era abandonar la poesía para siempre. Pero esas cosas no se dicen, no se dicen nunca. Ni a amigos, ni a enemigos, ni a seres indiferentes. Los escritores se mueven en un páramo de fría cortesía donde apenas crece alguna brizna de verdad".

PERROS EN EL CAMINO - Pedro Ugarte


A Ugarte se le olvida, o no, creo que lo apunta en algún otro párrafo de su última novela, que los escritores para no tener que mentir ejercen la crítica del silencio y santas pascuas, así antes se evitaban duelos y ahora malas caras y la insidia de por vida siempre que se tenga ocasión de ponerla sobre escrito. El caso es que a mí este PERROS EN EL CAMINO que acabé de leer anoche me ha gustado mucho y para ello sólo tengo que reconocer lo obvio, que me ha atrapado, emocionado y sobre todo, eso que ya es más difícil y que sí, Pedro, probablemente sea la esencia de la verdadera literatura, historias que dan opción a la reflexión tanto del autor sobre el texto como al lector durante la lectura; el resto guiones de cine y para de contar. Luego ya uno puede coincidir más o menos con la mirada del autor sobre las cosas, gustarle más o menos el desenlace de la historia, haber deseado otro, vamos, todo aquello a lo que el lector no tiene derecho, incluso oficiar de crítico literario discerniendo en la novela dos partes claramente diferenciadas, una primera y no muy extensa en la que se cuenta la gestación de la amistad entre los protagonistas durante sus años mozos y en la que creo que predomina el aliento poético con algo de exceso, de alambicamiento, y una segunda -a la que añadiría las primeras, vertiginosas y magistralmente escritas primeras páginas que cuentan el accidente de Sergio Ayala- , en realidad el resto de la novela, donde predomina el narrador que ya conozco de otras con ese pulso tan de orfebre de la palabra, la frase y sobre todo el ritmo, tan de meter el bisturí en el retrato de personajes y en especial en la sociedad en la que viven, de la que destaca una ironía con la que me identifico hasta en algún que otro juicio sobre las generaciones venideras con ese ímpetu arrollador que a todos nos ha dominado en su momento y que podríamos denominar de carcamales conscientes y puede que hasta contentos de serlo para poder escribir sobre ello, carcamales en el sentido de que sí, las cosas a partir de cierta edad ya no se ven ni con el fulgor de aquellos años y todavía menos con la ingenuidad auto inducida que algunos parecen querer hacer intrínseca a nuestra época. En cualquier caso, PERROS EN EL CAMINO, qué pedazo de título, es el tipo de novela que uno procura encontrar siempre que se acerca a una librería, una novela de verdad, de las de perdurar en la memoria individual y colectiva, no un guión de cine mejor o peor resuelto que me da que es lo que predomina hoy en día en la mayoría de las mesas y escaparates de novedades.

*Por cierto, la enganchada entre el prota y su loquero de antología, por un momento creí que a su autor le había poseído el espíritu de Bukowski o de algún otro por el estilo.

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