Me había prometido no hacer
crítica literaria de lo que va cayendo en mis manos en la convicción de que a
nadie tiene por qué importarle lo que yo opino o dejo de opinar sobre tal o
cual libro, cosa de los más subjetivo, que cuando es para bien, pues oyes,
mejor para mí, y cuando no lo es, para qué caer en la presunción de airear tu
malestar a los cuatro viento, para qué hacer daño. No obstante, acabo de
terminar el libro de relatos LA TRISTEZA DE LAS TIENDAS DE PELUCAS de Patxi
Irurzun, y me he dicho que algo debo escribir de éste, máxime cuando ya lo hice
de alguno de los anteriores del mismo autor.
Decir que me ha gustado es poco,
es casi obvio, ya me gustaría saber si alguien a quien no le puede gustar, si
no todos, si al menos alguno de los relatos que integran el libro. Supongo que
de existir alguien así será un individuo que sienta repelús ante la escritura
comprometida, la que pone en solfa la miseria en casi todos los aspectos que
nos rodea como los relato PEAJE o EL MUNDO ES UN AUTOBUS, alguien que no sepa
apreciar la fina ironía que encierra un relato como ESPEJO DE PRÍNCIPES o ese
otro inmejorable de ¿PARA QUE VAMOS A PERDER EL TIEMPO HABLANDO SI PODEMOS
ARREGRARLO A HOSTIAS?, e incluso la carga lírica de un buen exabrupto en el
momento justo al final de EL VÉRTIGO DE SPIDERMAN, alguien incapaz de apreciar
la ternura de una mirada que hurga en lo cotidiano para resolver que siempre
puede haber lugar para una sonrisa como en EL CANGREJO VALIENTE o
TRIGESIMOQUINTA CRISIS.
Porque lo que más aprecio de la
escritura de Patxi Irurzun (así como de otros autores como Amado Gómez Ugarte, Alberto Olmos, Iban Zaldua, Rafael Reig…) es
su empeño en demostrar que la buena literatura no está reñido con el humor, que
el texto literario para merecer semejante atributo no tiene porqué ser también
sinónimo de tostón, que es en lo que dan muchos cuando pretenden hacer solemne
el ejercicio de escribir, digamos que en una búsqueda de la trascendencia a
toda costa para la hay lugar a las risas.
Y en éste y los demás libros de Patxi Irurzun hay muchas risas, risas
por lo absurdo de las situaciones a las que lleva a sus personales, risas o
sonrisas de complicidad porque lo te cuenta, me cuenta, es bien cercano, ya lo
sea cronológica, geográfica, familiar y hasta laboralmente. Y precisamente por
eso, porque hay risas, se puede dar el privilegio de hablar de cosas tan duras
y tan tristes como las que pasan a diario a nuestra alrededor sin que el libro
se te caiga de las manos por tratarse de un compendio de angustias contemporáneas
o un panfleto al uso.
Todo lo contrario, aquí cada
relato parece aspirar a encontrar su propio mundo literario. Son relatos unidos
por el inconfundible estilo tierno, conciso y directo de su autor a la par que
completamente diversos entre sí. Por haber también hay dos relatos que son para
mí todo un adelanto de lo que podrían ser una o varias novelas en toda regla
porque apuntan unos escenarios y unos personajes de los que te quedas con las
ganas de saber más, me refiero a FRAY SPRAY y EL CENSO DEL MIEDO. A decir
verdad, la sola invención del nombre de la localidad que no aparece en los
mapos de este último relato, Ezizena (No-nombre) ya merecería una de esas trilogías
a lo Juan Benet con su Región o esa otra de imposible memoria, pero por ello no
menos recurrente, de William Faulkner. Supongo que sería mucho pedir, que los gustos
o prioridades del autor seguramente no irán por esos derroteros, que a ver
quién coño soy yo para pedir nada a nadie. Pero oyes, es que todavía tengo muy
presente el video de una entrevista a Juan Benet donde le preguntaban el motivo
de su invención de Región y la respuesta de éste no podía ser más clara, para
escribir cómo y de lo que me dé la gana sin tener que aguantar a nadie que me
venga por detrás diciendo que no era así o asá.
Pues eso, a ver si animo a
alguien para que lea a Patxi Irurzun, que insisto que no le va a defraudar de
no ser un pusilánime o un snob al cuadrado. Lo único que me quedaría por añadir,
y esto a sabiendas de que compete en exclusiva a la logística de cada
editorial, es lo mucho que me jode tener que esperar a ir al terruño cada vez
que sale un libro de Pamiela que llama la atención para poder agenciármelo,
dado que aquí en Asturias es prácticamente imposible encontrar ninguno entre
las novedades de las librerías, que son, por mucha librería electrónica,
e-books y todo lo que se quiera, adonde siguen acudiendo la mayoría de los
lectores para ponerse a día de lo que hay, siquiera sólo para poder tocar los
libros, que no es una tontería, ya que éstos no te entran sólo por la vista,
también hay que tocarlos, hojearlos, olerlos incluso, que si no cómo te vas a
fiar de ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario