viernes, 31 de mayo de 2013

INDIGNACIÓN


Dicen del Gobierno de España, amén de políticos y gente de orden y mando de todo tipo, que lo de la pitada del Liceo a los príncipes es una falta de cortesía, de lo que colijo, por primera vez, que cortesía viene de cortesano, comportarse como tal o cualidad de tal. Y ahora hablando casi en serio, la indignación oficial, obligada para ciertas instancias y tal, ya no sólo es que aburra, es que teniendo en cuenta el sinfín de motivos que surgen a diario para indignarse de verdad, además ofende, amotina. Pero bueno, ya se sabe, esto de la pitada es cosa de gente mala, resentidos, catalanes, gentuza que no sabe de prioridades; ¿te vas a tirar de los pelos porque echen a la gente a la calle, los bancos les hayan robado todos sus ahorros, te recorten en educación o en sanidad, hayan decidido que a partir de ahora sólo podrán estudiar, pleitear, curarse, los ricos, que amnistían a los evasores de capitales mientras fríen a impuestos y tasas de todo tipo a la gente del común, que el poder civil se haya vuelto a plegar a la curia católica con la nueva ley del aborto, la enseñanza de religión y a saber, a saber qué más y a no tardar, que la impunidad siga vigente para la casta política y los empresarios que los subvencionan, que los mismos a los que se les llenan la boca con la importancia del I+D hayan hecho retroceder la ciencia española varias décadas, que todas, todas las altas instituciones del estado estén bajo sospecha empezando por el rey mataelefantes y varios de sus agnados, que mientras los sinvergüenzas con posibles y contactos que estafan y roban a lo grande apenas pisan la cárcel más de una noche a donnadies que robaron un puto teléfono móvil hace años les avisan de que han de entrar a la cárcel en breve para cumplir una condena de varios años, que...? No hombre, no, eso son pejigueras de gente que no sabe dónde le pega el aire, que le escuece que ya no pueda vivir por encima de sus posibilidades, tontorrones que se creían ricos, ciudadanos incluso. Las personas con dos dedos de frente, puestas a indignarse por algo, lo hacen por cosas importantes como ésta de la pitada a los príncipes, todo lo demás pijadas.

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