La filmografía del landismo es muy cutre y convencional, puro entretenimiento de sobremesa, complacencia a raudales y nula crítica a la España de la época, Pedro Masó no es Berlanga, es casi lo contrario. Con todo, y siquiera porque crecimos con ellas y también las disfrutamos porque eramos niños y lo que veíamos en esas películas no era muy diferente de lo que nos rodeaba, a nosotros o a nuestros mayores, esto es, una España esencialmente rural, bruta hasta decir basta, atrasada por narices, acomplejada por casi todo y muy en especial sumisa o reverenciadora del poder hasta la nausea, ya forman parte de eso que llaman tan rimbombantemente la memoria colectiva. Lo que me pregunto, sin embargo, y dado que reconozco el escaso valor artístico de las mismas al mismo tiempo que sí lo hago con el sociológico, puro documento, retrato, histórico de una época, es por qué entonces las películas de Almodovar se tienen en tanta estima cuando, en mi opinión, no pasan de ser otro retrato sociológico de la España de los ochenta con su correspondiente dosis de brocha gorda y obsesiones varias. Esas o las de treinteañeros de los noventa en las que todos aparecen económica y hasta profesionalmente complacidos a la vez que follan mucho, a todas horas y con todo el mundo.
viernes, 10 de mayo de 2013
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