Esto es viejo, ya lo colgué en su momento en este mismo blog, trata de una chica navarra que hace un par de años se encaró con el Principito a su salida de un sarao en el centro cultural Baluarte en compañía de la plana mayor de la "autoridad" del Viejo Reyno, muchos de ellos, con el entonces presidente a la cabeza, encausados o bajo sospecha de corrupción, para preguntarle por su derecho a elegir una república. Ya digo, eso hace dos años, cuando todavía las encuestas no decían lo que dicen de la opinión mayoritaria de los ciudadanos españoles acerca de la monarquía y Sanz y compañía se lo llevaban crudo por ir a echar cabezaditas a los consejos de administración de la CAN. Merece la pena recordarlo, vaya que sí, sobre todo porque no hace tanto y aún así parece que han pasado lustros. Es memoria histórica como quien dice de hace un par de días, y por eso mismo, porque sus protagonistas eran quienes eran y todavía siguen siendo, aparecen retratados con la inmensa soberbia de los de su casta, don importantes que todavía entonces pensaban que todo el monte era orégano para ellos, convencidos de vivir en un país de súbditos antes que de ciudadanos. Por eso basta con oírles expresiones tan paternalistas y despreciativas como "es la Constitución, ya la votamos" (esto es: nosotros en su momento, tú te jodes) o el sin par "¿eso es lo único que te preocupa en la vida? (se entiende que el preboste quiere decir "¿nuestro chollo?), y, en especial, muy en especial, cuando el Principito ya cree haber cumplido con creces su papelón de tío dialogante y cercano al pueblo y bla, bla, bla, el sumamente condescendiente, y por ello toda una declaración de principios de cómo entiende el Borbón esto del derecho de expresión: "¿Ya estás contenta? Ya has tenido tu momento de gloria, es lo que querías...", que sólo le faltó añadir: "mira, bonita, que te has creído tú que yo tengo porqué perder más tiempo contigo por muchas cámaras que haya alrededor, que de no haberlas aquí iba a estar yo discutiendo con un payasa..." Y también, también, retrato en color y sonoro de una especie monárquica sin parangón, a saber si son de estos de los que se nutre la plana mayor de esa mayoría que dicen que apoya a los Borbones caiga quien caiga (se entiende que el Yernísimo, la Infanta, y el Mataelefantes incluidos), me refiero al público mayormente compuesto por señoras de lustrosos cardados que jalean a los príncipes con soflamas de hondo calado intelectual del tipo "¡guapos, Leticia, que ere muy guapa, hija! Pues eso, memoria histórica de hace cuatro días, a destacar la sonrisa del Sanz, se ve que la risueña desenvoltura de este hombre, el "requetebien pagao", no era cosa de un día, orgullo de lo bien que le había salido lo que hubieran ido a hacer en el Baluarte ese día o las copas de antes o después del mismo, sino ya de varios años.
domingo, 5 de mayo de 2013
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