viernes, 2 de agosto de 2013

DESMARCADO




"Y luego está lo de la investigación, que se piensa que es un gasto inútil… ¡pero si es lo único que puede sacar de esta situación a España! A ver, nosotros jamás vamos a ser competitivos como los chinos, que tienen un régimen dictatorial que hace lo que le sale de las narices con los derechos de los trabajadores. Si en algo podemos triunfar es en ideas: educación, investigación, cultura." 

Y no habrán sido pocos los cínicos o listillos que leyendo la entrevista del EL PAÍS al chaval del 9.95 de la selectividad, Anatolio Alonso, hayan fruncido el ceño ante ésta y otras afirmaciones por el estilo. La juventud, ya se sabe, ingenuidad y presunción a raudales. De entre ellos muchos de los que creen a pie juntillas que eso del I+D es una pamema progre, algo que se han inventado éstos para sacarle los cuartos a los curritos de toda la vida, los mismos que dicen tener bien claro que para salir del pozo este de la crisis lo mejor es mirar hacia China, que es la que triunfa, mira cómo crecen y qué rápido, si hasta les han subido el sueldo a sus trabajadores, y además no dan tanta guerra como aquí con sindicatos, convenios y hostias en vinagre; si es que el liberalismo bajo batuta comunista es lo que tiene, la cuadratura del círculo, ¡vivan los todo a cien con sus bombillas por cuatro perras que duran un día! Eso y porque el chaval, pobrecico, no sabe, no se entera, es joven con buena nota y poco más, de que aquí, en el país de los millones de economistas que arreglarían las cosas poniendo a la gente a cavar con un pico y una pala, no importa el qué o para qué, lo que se impone no es trabajar como chinos, que no hombre, que no, si ya lo dijo bien clarito un ministro alemán: "ustedes hagan lo que mejor saben hacer, que tienen un sector turístico de primera, y déjennos a nosotros la innovación y la industria..." Así que, 9,95 de nota en selectividad, a saber cuántas y qué carreras con sus correspondientes másteres e idiomas, que como el chaval tiene toda la razón del mundo en cuanto a que la maldición de Unamuno, "¡que inventen ellos!", está más vigente que nunca, hay grandes probabilidades de que, de no estar bien relacionado o que emigre a otro país donde las ideas sean el combustible de su economía, su futuro laboral más inmediato sea el de servir jarras de cerveza a un operario alemán de un fábrica de tornillos, eso sí, éstos de último modelo. Pues eso, la jodida marca España.

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