En la sala de espera de un hospital de Bilbao, la enferma sale de la consulta del médico lista en mano:
-¡Tomaaas, Tomas Ustarán!
-Soy yo, señorita.
-Bien, Tomás, espérate un ratito ahí sentado y luego ya te llamamos. ¿Tienes mucha prisa?
-No señorita. Pero, ¿me permite hacerle una pregunta?
-Claro, Tomás, ¿qué te pasa, majo?
-Nada en especial. Únicamente me gustaría saber si usted y yo nos conocemos de algo, hemos sido presentados por algún amigo común o es que hemos coincidido alguna vez yendo de copas y hemos acabado retozando el uno con el otro.
-¿Qué?
-Se lo pregunto, señorita, porque como me trata de tú así de primeras, sin conocernos ni nada.
-Ay Tomás, majo, que me da que te has equivocado, que tú tienes que ir a psiquiatría...
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