lunes, 26 de enero de 2015

SODOMA-GASTEIZ



Comento a mi madre, para lo de epatarla y tal -las horas de hospital se hacen eternas- la noticia de que van a abrir en el barrio de Salburua un club de intercambio de parejas, a 50€ el casquete con la vecin@, el coleg@ del curro o la pareja de turistas murcianos o de donde sean de paso por Vitoria, la nueva Sodoma y Gomorra juntas. Espero que se me escandalice como suele ser lo habitual en estos casos -yo no lo hago, pero la sola idea de compartir pareja con otros, dejando a un lado mis prejuicios morales al respecto, que los tengo y muchos, como que la cosa se me hace de una frivolidad moral insoportable, me parece un esfuerzo absurdo habiendo tantos y tan buenos vinos y chuletones con los que pasar un buen rato, que me da que la gente lo que pasa es que bebe y come muy mal y por eso tanto sobrevalorar el sexo-. Pero no, el comentario con el que gloso la noticia aludiendo a lo mucho que ha cambiado la vieja ciudad de curas y militares, topicazo que siempre me remite a una foto familiar en la que aparece un tío mío desfilando en sotana por la Cuesta de San Francisco al lado de un centenar o más de seminaristas durante la, creo, década de los cincuenta (en realidad fueron dos hermanos de mi padre en el seminario de Vitoria, en el fondo no era tanta la devoción como que te lo pagaran todo, Baroja lo cuenta muy bonito en su El Cura de Monleón), provoca otro de mi progenitora que me deja estupefacto, planchado.


-Pues vaya novedad en Vitoria, tú no te acuerdas porque eras un canijo, pero la mujer de .....(aquí pitido censor como en las series americanas), la del carnicero de..., el padre de...., que era clienta de tu..., ya nos dijo que los fines de semana organizaban cenas para intercambiarse las parejas haciendo un sorteo con unos papelitos que echaban en un cesto... A mí siempre me dio mucho asco. Mira que si vamos y me toca el carnicero, el padre de ese chaval que iba contigo al colegio...


Ni qué decir que, de repente, aquellas sotanas de los seminaristas, lo que pudieran llevar debajo, cómo y para qué, han adquirido una connotación de lo más pecaminosa...

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