sábado, 17 de septiembre de 2011

ARNALDO MANDELA / NELSON OTEGI


Bueno, pues ya tiene el PP su condena hecha a medida, a la suya y acaso también a la de la plana mayor de los españolitos medios para los que Arnaldo apenas es otra cosa que el malo malísimo de los malos malotes. Unos porque vivimos en el país sin matices, el del blanco o negro y todo lo demás ni lo veo ni lo entiendo; y los del PP porque su estrategia es clara y perversa; nada de diálogo para el fin del terrorismo, que la cosa de pudra todo lo que se pueda que mientras mantengamos nuestra postura de firmeza, de intransigencia con los terroristas y los que les rodean, seguimos sumando votos. Entretanto, que se encarguen los jueces y las fuerzas de seguridad de dar palos a los de ETA; ¿no decimos que es un fenómeno exclusivamente policial? Pues eso, a repetir nuestras mentiras como mantras, muchos de ellos hasta se lo acaban creyendo.

Los argumentos de la sentencia condenatoria de Otegi son de traca. Dicen que es de ETA y que todo lo que ha hecho ha sido a sus órdenes. Y las razones que aluden son que Arnaldo nunca ha condenado a ETA, que nunca les ha pedido que lo dejen, que todo lo que se traía entre manos lo preparó dentro de la sede LAB, sindicato legal que en el País Vasco y Navarra es de los tres más importantes.

Toda la sentencia se sustenta en la "convicción" de que Otegi miente cuando dice que apuesta por la paz, en su "opinión" de que lo que él quería de verdad era reconstruir Batasuna a instancias de la organización criminal para seguir en la brecha.

Luego ya la realidad de estos últimos diez años te hablan de un tipo, que, en efecto, proviniendo del mundo que gira alrededor de ETA, como ex-militante de la misma y dirigente de su rama política, lleva más de diez años trabajando a favor de la paz, haciendo una labor de hormiguita para convencer a los suyos de la necesidad de dejar las armas y a sus adversarios de la sinceridad de este deseo.

¿Las pruebas? Pues nada más ni nada menos que diez años de reuniones secretas, de reuniones ya no tan secretas, con miembros de PSE y del Gobierno Español, de trabajo de campo con las diversas agrupaciones de la izquierda abertzale a lo largo y ancho de Euskal Herria, intentando convencerles de lo que hablamos y, ahí está el quid de la cuestión, de morros con la organización armada que creía tutelar a su rama política y se daba cuenta de que Otegi prácticamente les estaba haciendo la cama.

Para quien tenga dudas de lo que escribo le recomiendo el libro del periodista vasco Imanol Murua sobre las Conversaciones de Loiola, es decir, las reuniones que mantuvieron Otegi y los suyos con la gente del PSE y el gobierno español, las tensiones de Otegi con los de la capucha, la implicación en las misma de muchos políticos españoles que ahora callan. Y por si los hay que recelan del libro con sus testimonios por las dos partes y el desarrollo de los hechos hasta su desenlace faltal con la bomba de Barajas que puso fin a las mismas, con el triunfo una vez más de los más brutos, también pueden servirle todas y cada unas de las entrevistas o declaraciones hechas en los últimos años por Jesús Egiguren y compañía; gente que lleva amenazada desde hace décadas, gente a la que han intentado matar en reiteradas ocasiones, y que, mira tú, de repente y por obra y gracia de no secundar como borregos la doctrina oficial del PP y sus lacayos mediáticos, se han convertido poco más que en filoterroristas; no hay que joderse poco ni nada.

Por otra parte, anda qué tiene bemoles lo de deducir que Otegi pertenece a ETA porque forma parte de su rama política, que utiliza su terminología y no de despega del todo de ella pese a haber declarado por activa y pasiva, en el juicio, en todas sus entrevistas y varios libros, que apuesta por el cese de la lucha armada y las vías de democráticas. No le creen, o más bien no les interesa hacerlo. Y mientras no toman el pelo descaradamente. ¿Pero cómo no va a utilizar la terminología de la izquierda abertzale si es su dirigente? ¿Pero cómo va a condenar de entrada a ETA si lo que quiere es convencer a ésta para que deje las armas? ¿Pero cómo va a renunciar lo que ha sido y es, a su ideología, a su mundo, solo para demostrar que rechaza la violencia? Todo esto en los mundos de Yuppy puede que sí, en este otro, en cambio, las cosas nunca son de la claridad meridiana con la que lo ven algunos.

¿Acaso se puede imaginar uno a Gerry Adams condenando al IRA y a su mundo, reunciando a una Irlanda unida, si proviene de ahí? Pero claro, eso es el extranjero, donde las cosas parecen lo que son y no España donde las cosas tienen que parecer lo que les gustaría algunos, como poco que Otegi hubiera no sólo condenado a ETA, sino también renunciado a su ideología, a la independencia de Euskal Herria, abrazado la Constitución Española, que se hubiera inclinado ante el Rey, "señor, he sido muy malo, ¡viva España!", y luego ya a animar a la Roja. Así sí, claro, así Arnaldo se hubiera convertido en un buen chico, ovejica descarriada que vuelve al redil de la España única, grande y libre, a los ojos de los españoles de bien, que ya se sabe que para muchos, pero muchos, el pecado no está tanto en la pistola como en las razones que les impulsaron a utilizarla.

Pues bien, eso es lo que hay, los jueces ejerciendo su justicia como de costumbre, a las órdenes de los intereses políticos y del modo más chapucero, torticero (Egunkaria, Udalbiltza, Mesa Nacional de Herri Batasuna, todas y cada una de las grandes causas contra la izquierda abertzale para demostrar que se actuaba contra ellos y que luego acabaron en agua de borrajas), eso si no simple y llanamente al compás mediático, respondiendo a lo reclamaba la opinión pública española, siempre tan ecuánime; ¡a la hoguera, a la hoguera!

Y lo más cojonudo es que no se enteran de nada. Ellos solitos sirvieron en bandeja a BILDU su victoria en las pasadas elecciones, ellos solitos descalifican todavía un poquito más al estado español a los ojos de miles de vascos, ellos solitos refrendan con su arbitrariedad y sus modos los argumentos de la izquierda abertzale acerca de ese país de pandereta con alma de potencia colonial, imperial, que llaman España.

Y ya como broche de toda esta cadena de despropósitos, ellos solos han convertido a Arnaldo Otegi en el Nensol Mandela vasco (solo ayer ya escuché este argumento a un montón de comentaristas de todas partes...) de nuestra época, ellos lo han consagrado definitivamente como el líder indiscutible, ya no sólo de la izquierda abertzale, sino de todo el nacionalismo vasco, ellos han creado la aureola de simpatía, a un lado y otro de la trinchera ideológica que nos divide a los vascos, que rodea al hombre que ha trabajado por el fin de la violencia desde dentro. Ellos solos también han creado una víctima cuyo nombre sepultará el de las verdaderas, que relegará el merecido recuerdo de éstas a un plano secundario. Porque, no nos engañemos, vamos a estar hablando de Otegi hasta que lo suelten, eso y que cuando lo hagan se pondrá al frente de los suyos y, ay amigos, a ver quien tiene los cojones de negar que es el Zumalakarregi de nuestro siglo cuando, encumbrado como lo acaban de encumbrar al generalato indiscutible, conduzca a sus huestes de una victoria electoral a otra hasta la independentzia final.

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