viernes, 2 de septiembre de 2011
EL TRIO CALAVERA
Si perpetras una novelica en la que el prota es un etarra que, a raíz de ser deportado a Venezuela, tiene que convivir con otros cuatro compañeros de armas en un restaurante vasco situado en un hipotético palafito junto a la playa de un rincón impreciso de la costa que va desde Caracas a Cumaná, una novelica en la que cada cual está más del ala, más a sus cosas y paranoias que a otra cosa y en la que casi todos acaban a hostias si no es por un quítame ese comunicado, esa pequeña desviación ideológica que te vas a llevar una hostia, no me toques a Chaves, el año que viene todos de vuelta a casa con la amnistia, la independencia, el socialismo y el copón bendito si hace falta; pues eso, que parece que le has echado mucha imaginación a la cosa.
Y si a todo esto le añades dosis ingentes de mala leche, verbigracia, ironía, sarcasmo, datos sacados de la manga en la que cada escritor se guarda más de un recorte o recuerdo, pues entonces ya tienes una comedia bufa de etarras en Venezuela, que vienen a ser como peces fuera del agua, peces dando brincos, desquiciados, dando sus últimos coletazos. Luego ya te dirán que te has pasado mil pueblos, que mira que tienes mala uva, cabrón, que ya son ganas de hacer sangre, de fantasear con lo infantaseable, cagarse en lo más sagrado (para ellos) de hacer ficción pero de la chusca, ganas de ganarse alguna que otra hostia.
Pues bueno, será tal que así, pero luego cuando un trío de paisanos salvapatrias arriba a las costas de Venezuela en una lancha huyendo de Cuba (¿De Cuba a Venezuela? ¿De Guatemala a Guatepeor?), y lo hacen por sus santos cojones, porque no estaban a gusto con Fidel, de hecho dos de ellos ya lo habían intentado cuando estuvieron en Cabo Verde; que no me diga nadie que novelicas y poco más, que habrá que recordarle que la realidad siempre supera la ficción.
Eso y que la ficción se hace de retazos de realidad previo paso por el tamiz de la imaginación del autor, en este caso un poquito de aquí y de allí, y acaso también de lo visto por Caracas y lo óido hasta la saciedad por terceros de otro que estuvo en Cabo Verde o de ese otro vecino que tal y tal...
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